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Salinas
y la expresión |
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El autor al alcance de los lectores infantiles
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Hoy te han quitado, naranjo,
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La poesía primera de Salinas siempre ha sido calificada como conceptismo interior, pasión de absoluto, "dialéctica entre el ser y el no ser, entre el amor y la nada" (Palley). Pero sin negar que su poética posea dichas cualidades, no sería riguroso entender a Salinas como un poeta "vuelto hacia sí mismo" porque por toda su obra fluye un nítido y refrescante río de pasión por el mundo que nace precisamente de sus apasionadas relaciones amorosas con el cosmos y con los otros. Salinas está siempre dispuesto a valorar y descubrir en los seres y objetos que le rodean nuevos matices dignos de amor, de ternura o de amistad. Sabe sumergirse en busca de la esencia misma de su entorno no para recrearse con la profundidad de las almas sino para disfrutar de los diminutos matices de color y delicadeza que hacen nuestra existencia más cálida e intensa. Y es que todo y todos tenemos una importancia, una trascendencia y un significado dentro del engranaje cósmico. En este poema profundiza en su mirada al contemplar la soledad huérfana de un simple naranjo que ha sido despojado de sus preciosos y aromáticos frutos por los recolectores que los llevarán "a tierras sin naranjal". Parte de lo anecdótico, de lo cotidiano para llegar a ensalzar, para hacer objeto y sujeto poético a algo que habitualmente pasa desapercibido ante los ojos de cualquier paseante que camina entre los árboles frutales: la sombra del naranjo. Entabla con el árbol un diálogo sin respuesta en el que quiere transmitirle la emoción que encoge su corazón al verle tan desnudo. Viene a decirle algo así como: "no te preocupes; podrán quitarte los jugosos hijos que has mecido en tus entrañas con dulzura, pero no podrán arrebatarte tu esencia, tu alma inasible". ¡Cuán actual es esta reflexión! ¡Qué patética e injustamente despreciamos la esencia de las cosas y de las personas! Nos quedamos con lo aparente, con aquello que nos produce placer instantáneo, con todo lo que nos reporta beneficio económico o prestigio social, pero despreciamos las raíces, lo inmaterial, lo etéreo, el humilde sentimiento, la sensación impalpable, el susurro que precisa quietud para ser sentido. Y es en todos estos matices de sensualidad y emociones donde podremos calmar nuestra sed de felicidad: yo vengo como un ladrón, |
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