Texto 1
Texto 2
Texto 3
Texto 4
 

La honda raiz hispánica
de la poesía
de Federico García Lorca

         
 
Los textos comentados
   
 

Hemos seleccionado para su comentario unos versos del Poema del cante jondo -"Pita"-; un poema del Romancero gitano -el "Prendimiento de Antoñito el Camborio en el camino de Sevilla"-; un fragmento lírico de la obra dramática Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores; y, para lectores más infantiles, los siguientes poemas: "Canción primaveral", de Libro de poemas; "Media luna", de Primeras canciones; "Canción tonta", "Canción sevillana", <"El lagarto está llorando">, "Cazador" y "Paisaje" , de Canciones; "Memento" , de Poema del cante jondo; y "Mariposa", de la obra teatral La zapatera prodigiosa (acto 1.o, escena 13).

   
Texto 1
 

Esta es la descripción poética que García Lorca efectúa de una pita. El escritor usa la lengua en su vertiente expresivo-literaria, de manera que los valores connotativos de las palabras tienen mayor relevancia que los meramente conceptuales.
 
 

Pita

Pulpo petrificado.

Pones cinchas cenicientas
al vientre de los montes,
y muelas formidables
a los desfiladeros.

Pulpo petrificado.

 

Federico García Lorca.
Poema del cante jondo.
Editorial Cátedra, colección Letras Hispánicas, núm. 66; p. 203.

 
   

Y esta otra es la descripción de carácter instructivo —y, en cierto modo, científica— de una pita, tal y como se recoge en el DRAE:

 
 

(Voz taina). Planta vivaz, oriunda de Méjico, de la familia de las amarilidáceas, con hojas o pencas radicales, carnosas, en pirámide triangular, con espinas en el margen y en la punta, color verde claro, de 15 a 20 centímetros de anchura en la base y de 12 a 14 decimetros de largo; flores amarillentas, en ramilletes, sobre un bohordo central que no se desarrolla hasta que la planta tiene 20 ó 30 años, pero entonces se eleva en pocos días a la altura de seis o siete metros. Es muy útil para hacer setos vivos en terrenos secos y cál idos; se ha naturalizado en las costas del Mediterráneo; de las hojas se saca buena hilaza, y una variedad de esta planta produce, por incisiones en su tronco, un liquido azucarado, de que se hace el pulque. .

 

Si se comparan las descripciones de García Lorca y del DRAE, se observará que el DRAE nos ha proporcionado una información objetiva de las características más relevantes de una pita, para lo cual se ha hecho un uso conceptual y no afectivo de la lengua, limitada, así, a la comunicación de conocimientos, y a la que son ajenos cuantos recursos pudieran sugerir emociones estéticas; o, lo que es lo mismo, las palabras están empleadas con cuidada propiedad léxica, de acuerdo con su significado nocional o denotativo, y atenuando al máximo sus valores expresivos. En cambio, García Lorca ha realizado una descripción en la que predomina el lenguaje connotativo, con el que, más que precisar y definir lo que es una pita, ésta se evoca y se sugiere, buscando provocar en el lector determinados sentimientos y sensaciones, y produciendo la impresión de belleza a través de un uso expresivo del lenguaje.

   
Texto 2
 

Es en el Romancero gitano donde García Lorca muestra el dominio extraordinario que tiene de la forma, y donde la interpretación poética de la realidad, a través de imágenes siempre brillantes, alcanza una altísima calidad estética. Sirvan como ejemplo los dos romances que tienen como protagonista al Camborio, y de los que únicamente comentamos el primero de ellos -número once de la colección-: "Prendimiento de Antoñito el Camborio en el camino de Sevilla"

 
 

Prendimiento de
Antoñito el Camborio
en el camino de Sevilla"

Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
con una vara de mimbre
va a Sevilla a ver los toros.
5 Moreno de verde luna,
anda despacio y garboso.
Sus empavonados bucles
le brillan entre los ojos.
A la mitad del camino
10 cortó limones redondos,
y los fue tirando al agua
hasta que la puso de oro.
Y a la mitad del camino,
bajo las ramas de un olmo,
15 guardia civil caminera
lo llevó codo con codo.
***
El día se va despacio,
la tarde colgada a un hombro,
dando una larga torera
20 sobre el mar y los arroyos.
Las aceitunas aguardan
la noche de Capricornio,
y una corta brisa, ecuestre,
salta los montes de plomo.
25 Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
viene sin vara de mimbre
entre los cinco tricornios.
***
-Antonio, ¿quién eres tú?
30 Si te llamaras Camborio,
hubieras hecho una fuente
de sangre con cinco chorros.
Ni tú eres hijo de nadie,
ni legitimo Camborio.
35 ¡Se acabaron los gitanos
que iban por el monte solos!
Están los viejos cuchillos
tiritando bajo el polvo.
A las nueve de la noche
40 lo llevan al calabozo,
mientras los guardias civiles
beben limonada todos.
Y a las nueve de la noche
le cierran el calabozo,
45 mientras el cielo reluce
como la grupa de un potro.

 

Federico García Lorca. Primer romancero gitano.
Editorial Castalia. Colección Clásicos
Castalia, núm. 171, págs. 164-168.

 

García Lorca narra liricamente en este romance la detención de Antonio Torres Heredia, a cargo de la guardia civil, y por robar limones, cuando se dirigía a Sevilla, el día de Nochebuena, a presenciar una corrida de toros.
En los versos iniciales traza García Lorca un sugestivo retrato del Camborio. Está dotado de belleza natural:
el color aceitunado de su tez resplandece por el brillo de la luna ("Moreno de verde luna" <verso 5>); negro azulado es el color de su brillante y rizado cabello, que le cae sobre la frente ("Sus empavonados bucles 1 le brillan entre los ojos." <versos 7 y 8>). Son los suyos andares altaneros de torero ("anda despacio y garboso." <verso 6>); y su carácter, jactancioso ("cortó limones redondos, / y los fue tirando al agua / hasta que la puso de oro." (versos 10-12>).
Pero según avanza el poema, García Lorca presenta el contraste entre la genuina raza gitana -que, aunque marginada y perseguida, siente el orgullo de la estirpe y hace del valor una constante vital- y la cobardía del Camborio, que se ha dejado prender por cinco guardias civiles, sin haberles hecho frente <versos 29-38>.

El poema es un romance en el que se condensan todas las características propias del romancero castellano medieval:

* Versos octosílabos, con una única rima asonante en los pares (ó-o).
* Adjetivación reprimida.
* Aposiciones que ejercen una función análoga a la de los epítetos épicos.
* Constantes repeticiones y paralelismos.
* Exactas referencias temporales y locales para situar las acciones narradas.
* Y, especialmente, la interrupción de la narración en el punto de máxima tensión emocional (procedimiento estético llamado por Menéndez Pidal fragmentarismo, que estimula la imaginación del lector, invitándole a recuperar las consecuencias que se siguen de la acción dramática descrita, con lo que el poema gana en lirismo y capacidad sugeridora).

Sin embargo, y como rasgos distintivos propios, García Lorca añade la continua referencia al mundo andaluz, a sus labores campesinas, a sus fiestas y, en especial, a las costumbres gitanas.
Y si García Lorca demuestra una profunda maestría en el uso del romance, no menos sorprendente resulta la fecunda originalidad con que transforma el paisaje y la Naturaleza toda. Por medio de imágenes taurinas, el poeta sugiere el lento atardecer -con la luz crepuscular reflejada en las aguas- del día de Nochebuena ("Las aceitunas aguardan / la noche de Capricornio," <versos 21-22>) en que cinco guardias civiles apresan al Camborio: "El día se va despacio, / la tarde colgada a un hombro, / dando una larga torera / sobre el mar y los arroyos." <versos 17-20>: como si de un torero se tratara, el día lleva el capote a cuestas ("la tarde colgada a un hombro" <verso 18>), y "se va despacio," <verso 17>, dandole un capotazo (la "larga torera" del verso 19, con el capote extendido a lo largo), a ese toro que simbolizan, en el verso 20, "el mar y los arroyos".
Y no falta en ese atardecer una suave brisa -a la que el poeta atribuye un audaz calificativo: ecuestre-, que cabalga soplando sobre los montes que presentan un color gris azulado: "y una corta brisa, ecuestre, / salta los montes de plomo" <versos 23-24>. Y si al llamar ecuestre a la brisa se la compara con un caballo, con otra comparación similar se cierra el poema: "mientras el cielo reluce / como la grupa de un potro" <versos 45-46>. El aroma de libertad que ese potro simboliza hace más dramática la situación en la que se encuentra el Camborio, encerrado en el calabozo por robar limones, mientras los guardias civiles celebran su detención bebiendo precisamente limonada.

   
Texto 3
 

A la pieza teatral Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores (editorial Espasa-Calpe, colección Austral, núm. 197) pertenece este poema, en el que por medio de la metáfora, García Lorca recrea un tema de larga tradición literaria: la duración efímera de la rosa, comparable a la de la vida humana. <La rosa, que es roja por la mañana, se pone blanca a la caída de la tarde, y se deshoja por la noche, simboliza la existencia de Rosita: enamorada y feliz en su juventud, languidece con la partida de su novio a lejanas tierras, y se consume lentamente en una infructuosa espera>.

 
 

Cuando se abre en la mañana,
roja como sangre está:
el rocio no la toca
porque se teme quemar.
5 Abierta en el mediodía,
es dura como el coral:
el sol se asoma a los vidrios
para verla relumbrar.
Cuando en las ramas empiezan
10 los pájaros a cantar
y se desmaya la tarde
en las violetas del mar,
se pone blanca, con blanco
de una mejilla de sal;
15 y cuando toca la noche,
blando cuerno de metal,
y las estrellas avanzan
mientras los aires se van,
en la raya de los oscuro
20 se comienza a deshojar.

 

Por medio del lenguaje metafórico, García Lorca elude la mención directa de la realidad, sustituyéndola por otras palabras que la sugieren y que, más que hojarasca decorativa, se convierten en el lenguaje mismo de la poesía. En efecto, en los ocho primeros versos -que cronológicamente coinciden con la mañana (versos 1-4) y el mediodía (versos 5-8)- se condensan símiles y metáforas de altísima calidad estética, de los que se sirve García Lorca para presentar una bellísima rosa, de color rojo intenso y ardiente, de pétalos consistentes, erguida en su tallo:

Símil: La rosa (A) es roja como la sangre (B) <"roja como sangre está:"; verso 2>. El color rojo permite establecer la comparación entre la rosa y la sangre.

Metáfora: "El rocio no la toca / porque se teme quemar. ; <versos 3 y 4>. El color rojo de la rosa es tan vivo y ardiente que sugiere el calor del fuego; y, por eso, las gotas de rocio rehuyen posarse en sus pétalos, para evitar quemarse.

Símil: La rosa (A) es "dura como el coral:" (B); <verso 6>. El color y la solidez hacen posible ahora la comparación: la rosa tiene el color (roja) y la consistencia (dura) del coral.

Metáfora: "El sol se asoma a los vidrios / para verla relumbrar."; <versos 7 y 8>. El sol contempla, a través de los cristales del invernadero (vidrios: metonimia de la parte por el todo>, el brillante colorido de la rosa, que refulge como una llamarada (hipérbole, ésta, de clara factura gongorina. Recuérdense los primeros versos del célebre soneto de Góngora: "Mientras por competir con tu cabello / oro bruñido al sol relumbra en vano; <...>").

A partir del verso 9, y con la llegada del atardecer, la rosa inicia un paulatino y rápido declive ("se pone blanca, con blanco / de una mejilla de sal;" <versos 13 y 14>, que la llevará a deshojarse cuando entre la noche ("en la raya de lo oscuro   se comienza a deshojar.") <versos 19 y 20>.

Y, de nuevo, el lenguaje metafórico empleado por García Lorca se manifiesta aquí como un poderoso y original instrumento expresivo. El languidecer de la tarde, con la consiguiente pérdida de viveza y colorido, y la cárdena luz mortecina del crepúsculo vespertino están sugeridos por medio de complicadas metáforas en las que sólo figura el elemento irreal, sin que aparezca explicito del término real de la comparación: la tarde se desvanece entre violáceos resplandores, esto es,  y se desmaya la tarde / en las violetas del mar," <versos 12 y 13>. Son esos los instantes en que la rosa pierde su vivido color rojo para ir palideciendo, en un proceso de degradación que el poeta subraya combinando acertadamente imágenes visuales y auditivas: "se pone blanca, con blanco / de una mejilla de sal;" <versos 13 y 14>; y así, la desagradable sensación que evoca la sequedad del blanco de la sal sobre una mejilla se ve realzada por el efecto acústico, igualmente desagradable, de la cacofonía obtenida por una sabia combinación de los sonidos ("blanca 1 con blanco")

Y nuevamente aprovecha García Lorca la combinación de imágenes auditivas y visuales para acrecentar la perfección formal del poema y llevarlo al extremo del refinamiento y de la más absoluta belleza sensorial:
"y cuando toca la noche, / blando cuerno de metal," <versos 15 y 16>. En virtud de un desplazamiento calificativo, blando no acompaña al vocablo noche ("blanda noche" expresa el estado animico de tranquilidad, suavidad y apacibilidad que se asocia con la nocturnidad>, sino a cuerno ("blando cuerno de metal," <verso 16>); y la sensación auditiva representada por el verbo toca se vincula con noche, y no con cuerno ("y cuando toca la noche," <verso 15>). Surgen, así, estos excepcionales versos, en los que el sonido metálico del cuerno -la luna, en cuarto menguante-, reforzado por la aliteración de nasales, proclama la entrada de la noche: "y cuando toca la noche, / blando cuerno de metal," <versos 15 y 16>. Y es entonces, mientras al ocaso sucede una noche estrellada ("y las estrellas avanzan / mientras los aires se van," <versos 17 y 18>), cuando la rosa, en la oscuridad del invernadero, se deshoja lentamente ("en la raya de lo oscuro se comienza a deshojar." <versos 19 y 20>).

   
Texto 4
 

La siguiente guía para el comentario está referida al texto número 3, perteneciente a Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores, y en el que García Lorca recrea un tema de larga tradición literaria: la duración efímera de la rosa, comparable a la de la vida humana.

1. Comentar los símiles y metáforas que le sirven a García Lorca para presentar, en los ocho primeros versos, una rosa de singular belleza.

2. Los versos 7 y 8 -"el sol se asoma a los vidrios / para verla relumbrar"- contienen una metonimia de la parte por el todo y una hipérbole de clara ascendencia gongorina. Comentar la eficacia poética de ambos recursos literarios.

3. Con la llegada de la tarde, la rosa inicia un rápido declive, que la llevará a deshojarse cuando entre la noche. ¿Con qué metáforas sugiere García Lorca la hora del crepúsculo vespertino y la llegada de las sombras de la noche? Comentar su originalidad y expresividad.

4. El sonido metálico del cuerno sugiere el blando sosiego de la noche: "y cuando toca la noche / blando cuerno de metal" (versos 15 y 16). ¿Cómo logra el poeta reforzar la impresión de musicalidad que produce esta imagen auditiva?