La poesía desarraigada
de Dámaso Alonso

El autor al alcance de lectores infantiles

Los Contadores de estrellas (Ciclo I Primaria)
Motivo viejo y sentimental (Ciclo I Primaria)
El niño y la cometa (Ciclo II Primaria)

Rosalía tiene quince años (Ciclo II Primaria)
Los consejos del tío Dámaso a Luis Cristóbal (Ciclo II Primaria)
Vida (Ciclo III Primaria)
Calle del Arrabal (Ciclo III Primaria)
Gozo del tacto (Ciclo III Primaria)

CICLO I PRIMARIA

Los contadores de estrellas.

Yo estoy cansado.
                           
Miro
esta ciudad
         
-una ciudad cualquiera-
donde ha veinte años vivo.

Todo está igual.
           
Un niño
inútilmente cuenta las estrellas
en el balcón vecino.

Yo me pongo también...
Pero él va más deprisa: no consigo
alcanzarle:
     
Una, dos, tres, cuatro,
cinco...

No consigo
alcanzarle: Una, dos...
tres...
        
cuatro...
                     
cinco...

Poemas puros. Poemillas de la ciudad.
Editorial Espasa-Calpe.
Colección Austral, núm. 1639.

 

Detrás de su imagen sobria y severa de erudito profesor, filósofo, crítico literario, académico y poeta Dámaso Alonso atesora un corazón delicado y apasionado, que es capaz de expresar su ira por los desastres y la crueldad de la guerra y al mismo tiempo de componer poemas cargados de emoción y dulzura. En este caso nos presenta a "Los contadores de estrellas", seres mitad soñadores, mitad nostálgicos que enjugan su soledad alzando sus ojos al cielo en busca de horizontes utópicos de felicidad y equilibrio.

Estamos hablando de una de las composiciones de Poemas puros, poemillas de la ciudad, su primer libro, que aúna la impulsividad y ensoñación del poeta adolescente con temas profundos que ampliará más tarde a lo largo de toda su obra. Hay una mezcla de ilusión y deseo de superación de la realidad y, a la vez, de melancolía, frustración y desencanto.

Lo idealista es pretender contar las estrellas y en ese objetivo imposible se simboliza el deseo de construir una realidad más positiva. Pero por todo el poema corre un aroma de realismo trágico, de abatimiento: el escritor, a pesar de su juventud, se declara cansado, hastiado de su existencia (yo estoy cansado).

Para aumentar la sensación grisácea del texto Dámaso sitúa espacialmente el relato en una ciudad cualquiera, porque a fin de cuentas qué más da dónde se encuentre uno si es en el corazón en donde habita y se siente todo el peso de la amargura. De nada sirven los esfuerzos por superarla y elevarse hacia universos más luminosos -un niño / inútilmente cuenta las estrellas-. Hay un leve amago de lucha, pero al final el poeta arroja la toalla, se da por vencido y declara su impotencia: es incapaz siquiera de superar a un niño en el sencillo arte de contar:

Yo me pongo también...
Pero él va más deprisa: no consigo
alcanzarle:
       
Una, dos, tres, cuatro,
cinco...

Fíjese el lector en la habilidad con la que Alonso convierte un tema tradicionalmente emotivo y esperanzador (¿quién no ha soñado alguna vez con saber cuántas estrellas pueblan el firmamento?, ¿quién no ha depositado en ellas sus sueños y sus deseos más íntimos?) en una estampa compungida y pesimista. Parece paradójico que lo haga desde su vitalidad juventud, pero si repasamos su biografía veremos que en sus primeros veinte años ya había vivido experiencias intensas y traumáticas -pérdida del padre a los tres años, abandono de los estudios de ingeniería por graves problemas de salud, ecos de la Primera Guerra Mundial...- que forjaron su conciencia personal y social