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Entre el
primer libro de Dámaso Alonso -de 1921: Poemas puros. Poemillas de
la ciudad- y los dos siguientes -publicados en 1944, con pocos meses de intervalo:
Oscura noticia e Hijos de la ira- se produce un busco cambio en su concepción
de la poesía, cuyo origen hay que buscar en la terrible sacudida que
la guerra española produce en sus impulsos creativos. Y así,
Alonso pasa de una poesía tildada de pura -en la que el sentimiento
intimista y el lirismo emocional recuerdan, en cierto modo, la poesía
de Juan Ramón Jiménez y de Antonio Machado- a otra de corte
existencial, que le sirve para expresar el desprecio que le inspira un mundo
radicalmente injusto.
En la antología
Poesía española contemporánea (Signo, Madrid, 1934),
Gerardo Diego recoge la siguiente "explicación de la poesía"
con que Dámaso Alonso expone su credo estético en los albores
de su quehacer poético. El soneto que más adelante transcribimos
-titulado "¿Cómo era?" e incluido en Poemas puros- es el mejor ejemplo
de esta primera poesía de Alonso.
La poesía
es un fervor y una claridad. Un fervor, un deseo íntimo y fuerte de
unión con la gran entraña del mundo y su causa primera. Y una
claridad por la que el mundo mismo es comprendido de un modo intenso y no
usual.
Este fervor procede
del fondo más oscuro de nuestra existencia. El impulso poético,
por su origen y dirección, no está muy lejano del religioso
y del erótico: con ellos se asocia frecuentemente.
Poeta es el ser
humano dotado en grado eminente de este fervor y esta claridad y de una feliz
capacidad de expresión.
Poema es un nexo
entre dos misterios: el del poeta y el del lector.
El objeto del poema
no puede ser la expresión de la realidad inmediata y superficial, sino
de la realidad iluminada por la claridad fervorosa de la Poesía: realidad
profunda, oculta normalmente en la vida, no intuible, sino por medio de la
facultad poética, y no expresable por nuestro pensamiento lógico.
Históricamente,
se da con mucha frecuencia el "falso poema", expresión lógica
de la realidad superficial. Esos "falsos poemas" tienen a veces un valor retórico
(Ayer don Ermeguncio, aquel pedante... -Cuando recuerdo la piedad sincera...).
Mecanismo de la
producción poética. En el poeta, excitado por algún objeto
de la realidad, se produce una conmoción de elementos de su profunda
conciencia. El poeta siente el deseo de la creación artística:
fijar aquel momento suyo, hacerlo perenne. Resuelve en palabras los elementos
de su profunda conciencia, elimina los menos significativos, los enlaza por
medio de un número mayor o menor de elementos lógicos y no poéticos...
(El automatisno no ha sido practicado ni aun por sus mismos definidores.)
El poema ya está
creado. Y ahora su virtualidad consiste en producir en el lector una conmoción
de elementos de conciencia profunda igual o semejante a la que fue el punto
de partida de la creación, hacer que el hombre volandero se abstraiga
un momento en la velocidad de su camino, hacerle comprender bellamente el
mundo, comprenderse a sí mismo y comprenderlo todo.
La publicación
de Hijos de la ira sitúa a Dámaso Alonso en el ámbito
de una poesía de intención anticlasicista y antiformalista -en
respuesta al neogarcilasismo de José García Nieto y de otros
poetas de la llamada "Juventud Creadora"-, más humana y auténtica.
En efecto, Dámaso Alonso ha distinguido dos actitudes en los poetas
de posguerra: la de quienes contemplan el mundo como un todo armónico
y ordenado -poesía "arraigada"-, y la de aquellos poetas que sienten
repulsión por un mundo caótico en el que se ha instalado la
injusticia -poesía "desarraigada", en denominación del propio
Dámaso Alonso, y a la que el poeta va a quedar adscrito-: "Para otros,
el mundo nos es un caos y una angustia, y la poesía una frenética
búsqueda de ordenación y de ancla. Sí, otros estamos
muy lejos de toda armonía y de toda serenidad. Hemos vuelto los ojos
en torno, y nos hemos sentido como una monstruosa, una indescifrable apariencia,
rodeada, sitiada por otras apariencias tan incomprensibles, tan feroces, quizá
tan desgraciadas como nosotros mismos... Y hemos gemido largamente
en la noche. Y no hemos sabido hacia dónde vocear". Los poemas titulados
La injusticia, Mujer con alcuza y De profundis -más adelante reproducidos-
son una buena muestra de esta poesía que anuncia lo que más
tarde se llamará "poesía social"
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