La exuberante belleza del lenguaje poético de Vicente Aleixandre

El autor al alcance de los lectores infantiles

Ciclo I Primaria
El más pequeño
El niño raro
Ciclo II Primaria
El niño murió
La hermanilla
En el lago

Ciclo III Primaria
El visitante
Al colegio
La clase

Ciclo II Primaria

La hermanilla

Tenía la naricilla respingona, y era menuda.
¡Cómo le gustaba correr por la arena! Y se metía en el agua,
y nunca se asustaba.
Flotaba allí como si aquel hubiera sido siempre su natural elemento.
Como si las olas la hubieran acercado a la orilla,
trayéndola desde lejos, inocente en la espuma, con los ojos abiertos bajo la luz.
Rodaba luego con la onda sobre la arena y se reía, risa de niña en la risa del mar,
y se ponía de pie, mojada, pequeñísima,
como recién salida de las valvas de nácar,
y se adentraba en la tierra,
como un préstamo de las olas.
¿Te acuerdas?
Cuéntame lo que hay allí en el fondo del mar.
Dime, dime, yo le pedía.
No recordaba nada.
Y riendo se metía otra vez en el agua
y se tendía sumisamente sobre las olas.

Historia del corazón.
La mirada infantil. Madrid: Espasa-Calpe.

 

Es este uno de los poemas más optimistas y alegres de Historia del corazón porque aunque tiene un tono evocador que podría provocar la melancolía no sólo del autor sino también del lector -trasladado a sus propios recuerdos de infancia-, es resuelto con desparpajo, emoción y regocijo. No en vano está rememorando momentos felices de su infancia malagueña, una etapa que -como él mismo recuerda en algunos poemas de Sombra del paraíso- estuvo llena de días luminosos, rebosantes de juegos, alegría y aventuras fantásticas en compañía de otros niños.

Y tal vez porque una de sus compañeras de juego en aquellos días dichosos fue su hermana Concha, a ella podemos descubrir agazapada tras esta "hermanilla" medio misteriosa, medio zalamera. Con unas pocas pinceladas nos hace su descripción física: "tenía la naricilla respingona, y era menuda", un retrato preciso y suficiente porque los dos adjetivos que emplea son certeros; todos nos estamos imaginando a una niña deliciosa, con carita acaramelada, con mirada de ángel diminuto y revoltoso y con un cuerpo frágil en su contextura, pero derrochador de energía.

El modo en que describe el juego entre la niña y el mar semeja técnicas narrativas casi cinematográficas: resulta chispeante, atrevido, vertiginoso; es como si el objetivo de la cámara se hubiera vuelto loco y se acercara y alejara a gran velocidad para aumentar la sensación de movimiento, acción y aventura. Esta sensación es subrayada por el uso de la yuxtaposición que aporta un tono sincopado, de gran poder emotivo e insinuante:

"Como si las olas la hubieran acercado a la orilla,
trayéndola desde lejos, inocente en la espuma, con los ojos abiertos bajo la luz.
Rodaba luego con la onda sobre la arena y se reía, risa de niña en la risa del mar"...

Aunque algunos versos son largos, la subordinación casi no existe; las frases son simples y cortas y ponen el énfasis en subrayar las cualidades esenciales del ser y de las cosas y en destacar la acción. Destacar también que los nexos desaparecen en favor de la valorización del punto que en varias ocasiones interrumpe un versículo demasiado largo. Y abre casi una tercera parte de los versos con la conjunción "y" como sustitución del punto.

Hay un doble juego temporal en el poema: por un lado se recuerdan -haciéndolos presente- los momento pasados junto a aquella chiquilla a la orilla del Mediterráneo; pero en la segunda estrofa parece como si Aleixandre volviera al presente y le rogara a su interlocutora que evocara cómo él le pedía -"dime, dime"- que le explicara los secretos del fondo del mar y ella traviesuela rechazaba su curiosidad volviéndose a entregar, sumisa y satisfecha, a su amante marino.

Hasta el título del poema irradia ternura, calidez, afecto: nos está presentando las fogosas aventuras de su queridísima "hermanilla" y en ese diminutivo viaja todo su amor fraternal. Y es tierno y conmovedor el modo en que el poeta trae a su memoria "¡cómo le gustaba correr por la arena!", cómo la define "como un préstamo de las olas". Y el lirismo alcanza su cénit cuando dibuja el momento más intenso de aquel recuerdo: "Rodaba luego con la onda sobre la arena y se reía, risa de niña en la risa del mar", colocando la guinda expresiva y conceptual haciéndonos partícipes del más extraordinario secreto: su hermana era una criatura "recién salid de las valvas de nácar" de alguna concha excepcional.