![]() |
|||||
La
exuberante belleza del lenguaje poético de Vicente Aleixandre
|
|||||
![]() |
|||||
"Unidad
en ella", de La destrucción o el amor. |
|||||
¿Cómo nació el amor? Fue
ya en otoño. Te miré. La tristeza Casi una lluvia fina -¡el cielo azul!-
mojaba Eras tú, amor, destino, final amor
luciente, Pero no. Tú asomaste. ¿Eras ave,
eras cuerpo, En mi alma nacía el día.
Brillando Sentí dentro, en mi boca, el sabor
a la aurora. Vicente Aleixandre |
|||||
Aleixandre
evoca en estos versos, libremente agrupados en tres conjuntos estróficos,
la capacidad transformadora del amor -encarnado en el cuerpo de la amada-,
que retira la tristeza del mundo y sume el alma del poeta en un profundo
estado de dicha.
En los diez primeros versos que conforman la estrofa inicial describe el poeta la inesperada irrupción de la amada en una tarde otoñal; y, de igual manera que la luna aparece en el cielo "aún niña, prematura en la tarde, / sin luz, graciosa en aires dorados;" (versos 7, 8), la amada llega "sobre el azul, sin beso, / pero con dientes claros, con incipiente amor." (versos 9, 10): la predisposición al beso que la clara sonrisa de los dientes femeninos sugiere, junto con la impaciencia amorosa, anticipan ya la transformación que la presencia de la amada va a ejercer en la creación entera y, por tanto, en el propio ser del poeta. La segunda estrofa -que cuenta con trece versos- arranca con el destierro de la tristeza, que huye a lo lejos, envuelta en solemne gravedad, ante la alegre presencia del amor: "Te miré. La tristeza / se encogía a lo lejos, llena de paños largos, / como un poniente graso que sus ondas retira." (versos 11-13). El símil como un poniente graso que sus ondas retira descansa en la semejanza emocional que existe entre el carácter mortecino de la luz crepuscular -desde que se pone el sol hasta que entra la noche- y la falta de vigor que es consustancial a la tristeza. El inciso exclamativo del verso 14 -fenómeno denominado ecfonesis- hace posible la siguiente imagen: "Casi una lluvia fina -¡el cielo azul!- mojaba / tu frente nueva." (versos 14, 15): el delicado color azul del cielo, como si fuera lluvia, se proyecta en la frente de la amada mojándola de brillantes reflejos. Y tan luminoso es su cuerpo, tan áureo su color, que se erige en el centro del Cosmos, alrededor del cual giran los astros con sus luces desvaídas: "Tan dorada te miré que los soles / apenas se atrevían a insistir, a encenderse / por ti, de ti, a darte siempre / su pasión luminosa, ronda tierna / de soles que giraban en torno a ti," (versos 16-20). La amada se convierte así en "astro dulce" que absorbe las últimas luces de la tarde y, cuando todo se apaga, sigue emanando claridad, destilando luz sonrosada de aurora: "astro dulce, / <... .> que empapa luces húmedas, finales, de la tarde, / y vierte, todavía matinal, sus auroras. (versos 20, 22-23). Los versos iniciales de la tercera estrofa -larga estrofa de veintidós versos- contienen una de las más emotivas imágenes de la poesía de Aleixandre: "Ah, tu carne traslúcida / besaba como dos alas tibias, / como el aire que mueve un pecho respirando,"(versos 27-29); imagen cuyo transfondo lingüístico -versos 27, 28- explica Leopoldo de Luis con estas palabras: "El pretérito imperfecto besaba tiene por sujeto a carne, que se convierte así en elemento activo del beso, cuando sería más habitual considerarla como elemento pasivo, esto es: besada. Ahora bien, las dos alas que a continuación aparecen, sin duda indican que se trata de los labios -besadores activos, en efecto-, que han sido aludidos con un singular: carne traslúcida". (Nota a pie de página en la edición de Sombra del paraíso preparada por Leopoldo de Luis para la editorial Castalia, y publicada en la colección Clásicos Castalia, núm. 71; p. 100). Aleixandre presenta a la amada besando con todo su cuerpo: la carne traslúcida -espiritualizada al máximo- besa con la suavidad tibia de unas alas, con la armoniosa cadencia rítmica del aliento que impulsa la vida. La unión amorosa en la que el poeta y la amada, aniquilados sus límites corporales, se funden en un único ser, aparece expresada con desbordante entusiasmo: "y sentí tus palabras, tu perfume, / y en el alma profunda, clarividente / diste fondo. Calado de ti hasta el tuétano de la luz, / sentí tristeza, tristeza del amor: amor es triste." (versos 30-33). La tristeza de la que aquí habla el poeta surge como resultado de la destrucción de su propio ser como individuo en el éxtasis amoroso, precisamente para renacer en el ser amado y alcanzar la dicha total: "En mi alma nacía el día. Brillando / estaba de ti; tu alma en mi estaba." (versos 34-35). Los diez últimos versos del poema expresan, en imágenes cargadas de profunda afectividad, la dicha del amor -que la Naturaleza refleja-: el poeta siente en su boca el sabor de la aurora (verso 36); siente en su frente el piar ensordecedor de los pájaros (versos 37, 38); y su estado interior, comparado con el florecer del día, asciende hasta alcanzar su plenitud más absoluta: "todo mi ser a un mediodía, / raudo, loco, creciente, se incendiaba 1 y mi sangre ruidosa se despeñaba en gozos / de amor, de luz, de plenitud, de espuma." (versos 42-45). La maestría en el uso del verso libre, amplio y solemne -que incluso desborda sus propios limites con numerosos encabalgamientos-, la hermosísima expresión -con un léxico que revela una poderosa imaginación poética-, el acierto poético de las imágenes, la eficacia de una sugerente adjetivación y, en definitiva, la intensísima afectividad que se desborda por todos los versos son algunos de los rasgos más destacados de este extraordinario poema, en el que el estilo de Aleixandre resplandece en toda su originalidad y expresividad.
|
|||||
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |