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Para
el autor de esta colaboración, presidente nacional del sindicato ANPE, las
claves de un futuro pacto en educación pasan, entre otros, por aspectos como
una mayor vertebración del sistema educativo, la revisión del modelo pedagógico
actual, la financiación de la enseñanza y el reconocimiento, apoyo y valoración
del profesorado. “Es prioritario –dice- un Estatuto del Profesorado
que defina un modelo de función pública docente compatible con la articulación
de políticas autonómicas de recursos humanos, y que al mismo tiempo constituya
un marco básico para los docentes de todo el Estado”.
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Educación
planteó de manera informal en un programa de radio, la extensión de la
obligatoriedad de la enseñanza hasta los dieciocho años. Esta propuesta
ha sorprendido a la comunidad educativa en pleno proceso de diálogo llegar
a un pacto político y social por la educación y cuando el propio ministerio
acaba de presentar un documento de bases para el pacto. La posibilidad
de extender la enseñanza obligatoria hasta los dieciocho años, tal vez
fundamentada en necesidades del mercado laboral, constituye, frente a
cualquier otra consideración, el reconocimiento implícito de que el sistema
educativo español necesita una reforma profunda.
El
pacto de Estado por la
Educación debe partir, precisamente, del reconocimiento de esta necesidad.
Para que sea verdaderamente efectivo, el diálogo que lo sustente deberá
emplear la visión de futuro, el interés real por mejorar la calidad
de la enseñanza, y el valor para modificar lo que no funciona actualmente,
que es mucho. Cuando se habla, por ejemplo, de priorizar la estabilidad,
se debe entender que vamos a trabajar por un sistema educativo tan bien
estructurado que merezca la estabilidad, y no que vamos a mantener estables
los paradigmas caducos, por el puro empecinamiento en no cambiarlos. Por
eso, parece llegado el momento de concretar ya las propuestas para
poder llevar a cabo un debate serio y global.
Punto
de partida
Tenemos
un buen punto de partida: el artículo 27 de la Constitución, verdadero pilar
del Pacto de Estado, para desde ahí impulsar un acuerdo básico que permita
conseguir una educación de calidad buscando la equidad que nos equipare
con los países más avanzados de nuestro entorno. Desde este punto de partida,
será necesario evitar las discusiones estériles y abordar las prioridades
que en nuestra opinión son:
-La vertebración
y cohesión del sistema educativo. La transferencia de las competencias
educativas a las comunidades autónomas no exime al Estado de definir los
principios y contenidos básicos comunes para todos y de garantizar la
cohesión del sistema educativo. Estos principios básicos afectan tanto
a los contenidos curriculares como al derecho de los ciudadanos a hacer
compatible el conocimiento y uso del castellano con las demás lenguas
vernáculas, y también a la regulación de los cuerpos docentes.
-El modelo
y estructura del sistema educativo. El Pacto deberá revisar el modelo
pedagógico actual, que ha permanecido inamovible desde hace más de 20
años. El aprendizaje comprensivo no ha funcionado. Sólo una escuela pública
de calidad excelente, en la que se obtenga el máximo rendimiento de cada
alumno y se le exija un esfuerzo para lograrlo, puede compensar las desigualdades
socioeconómicas y garantizar el principio de igualdad de oportunidades.
Es preciso un cambio hacia parámetros de calidad basados en la valoración
del conocimiento, la exigencia en el aprendizaje, la evaluación rigurosa
y el esfuerzo. Desde ANPE hemos reiterado hasta la saciedad que es imprescindible
aumentar el peso de las materias instrumentales -lectura, escritura y
matemáticas- en la Enseñanza Primaria. También es hora de que nos atrevamos a modificar
la estructura actual de la Secundaria para que responda mejor a los
intereses y capacidades de los alumnos. Debemos prestigiar como merece
la Formación Profesional, para hacer
frente a la competencia internacional con la mejor capacitación de los
trabajadores. El déficit de titulados de FP exige un impulso responsable
de las administraciones educativas
y requiere un diseño actualizado de la oferta formativa y un aumento real
de las plazas ofertadas a los alumnos.
-Es necesario además ampliar en un año más el Bachillerato. ANPE ha venido
demandando en las sucesivas reformas educativas la necesidad de establecer
un Bachillerato de tres años, porque el actual no garantiza la preparación
suficiente a los futuros estudiantes universitarios.
-La financiación de la enseñanza. Debe existir un compromiso para destinar
a educación, al menos, un 6% del PIB.
-La situación del profesorado. Debemos acordar medidas de reconocimiento,
apoyo y valoración de la tarea docente, que no queden en meras declaraciones
de intenciones. En este impulso es prioritario un Estatuto del Profesorado
que defina un modelo de función pública docente compatible con la articulación
de políticas autonómicas de recursos humanos, que al mismo tiempo constituya
un marco básico para los docentes de todo el Estado, manteniendo el carácter
estatal de los cuerpos docentes y respetando la singularidad de los ámbitos
de las comunidades, que contemple el desarrollo de una auténtica carrera
profesional desde el ingreso hasta la jubilación, así como la articulación
de medidas que devuelvan la autoridad al docente, dignifiquen la figura
del profesor, le devuelvan su valoración social y hagan más atractiva
la profesión docente para los titulados universitarios.
-El funcionamiento de los centros. Necesitamos desarrollar el principio
de autonomía pedagógica y organizativa de los centros y diseñar un nuevo
marco de la función directiva más profesionalizada, regular la participación
y la convivencia en los centros, así como asegurar el equilibrio en la
escolarización en todos los centros sostenidos con fondos públicos y dotar
a la enseñanza pública de los medios y recursos necesarios para hacer
verdaderamente posible el derecho a la libertad de elección de centros.
-La coordinación y cooperación entre todas las administraciones educativas
es fundamental para atender a la programación general y a la ordenación
territorial de la educación dentro de la unidad básica del sistema educativo.
Son cuestiones complejas, indudablemente, pero es necesario alcanzar un
consenso sobre ellas si verdaderamente queremos sacar a la educación de
la confrontación ideológica permanente.
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