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Aprender a convivir

La educación ha de ir más allá de la mera adquisición de unos conocimientos, hábitos y técnicas intelectuales, sino que debe plantearse como objetivo básico la formación integral de cada persona, con una forma de pensar autónoma y crítica. Para los profesores, la educación debe contribuir al desarrollo de los valores que permiten avanzar en el respeto a la diversidad de opiniones, en la lucha contra las desigualdades y en la disminución de los conflictos y tensiones.
Asimismo, consideramos necesario introducir una cultura que facilite el tratamiento eficaz de los conflictos escolares, para que no degeneren en un deterioro del clima académico. A través de los contenidos del currículo, del análisis de los conflictos y del ejercicio de prácticas metodológicas adecuadas, los profesores podemos construir la convivencia. Pero, la mejora de la convivencia no se consigue mediante la amenaza y el castigo, sino con la participación, porque aquello que se considera propio se defiende y se respeta.
Un Plan de Convivencia no debe ser un catálogo de normas y sanciones, sino un instrumento, fruto de las reflexiones y estrategias de la comunidad educativa. En su elaboración se tendrán en cuenta iniciativas que favorezcan un clima positivo de convivencia, en el que prevalezcan los valores de libertad responsable, tolerancia, respeto a las diferencias y solidaridad, que permitan resolver los conflictos mediante el diálogo y en un clima de paz.

Emilio Mora. San Sebastián de los Reyes (Madrid)

Juntos pero no revueltos

En estos días ha surgido una nueva polémica en el panorama educativo, la enseñanza diferenciada por sexos como alternativa a la mixta que se desarrolla en la actualidad. Esta iniciativa se ha implantado en algunos colegios públicos de Alemania, Estados Unidos, Suecia, Canadá, Australia y numerosos países iberoamericanos, pero en España sólo se imparte en algunos centros privados o concertados.
Mientras que los educadores partidarios de este modelo argumentan las diferencias cognitivas entre niños y niñas y los diferentes ritmos madurativos, los detractores aluden a la discriminación y anticipan un retroceso incompatible con la diversidad de la sociedad. Estudiar separados contribuye a mejorar el rendimiento escolar, los alumnos se concentran más y se comportan mejor en clase, aseguran los profesores que apoyan la enseñanza diferenciada.
Las estadísticas constatan que las niñas se suelen decantar por las letras y los chicos por las ciencias. Si bien en razonamiento lógico-matemático los niños van muy por delante, las habilidades lingüísticas y una mayor fluidez verbal corresponde a las niñas. Según el informe PISA, las matemáticas como dominio masculino y la comprensión lectora como femenino son los dos campos en que uno y otro sexo alcanzan la mejor puntuación.
Por su parte, los especialistas confirman las diferencias biológicas entre uno y otro sexo y cómo las hormonas influyen en la fluidez verbal, la rapidez perceptiva o la memoria visual. Mientras el hombre supera a la mujer en destreza y habilidad motoras, en orientación, en razonamiento matemático, la mujer es mejor que el hombre en movimientos fijos y precisos de manos y dedos, en cálculo y computación matemáticas, en la percepción sensorial, en fluidez verbal y en comunicación emocional o expresión corporal.
A pesar de ello los detractores de la educación  diferenciada consideran que es positivo que niños y niñas convivan en clase, la separación radical sería mala y los inconvenientes mucho mayores. A su juicio, el desigual rendimiento académico se debe no sólo a la diferencia de sexos, sino que incide más el nivel educativo de los padres. Para estos docentes son mayores los beneficios de la educación mixta que sus inconvenientes, porque los modelos más beneficiosos son siempre los más integradores y la coeducación es un modelo integrador.

María Teresa Gómez. Madrid

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