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ciente
a la sociedad de la importancia y significación de esta corriente artística
en Cataluña, sus salas vuelven a plantear a través de El románico y
el Mediterráneo. Cataluña, Toulouse y Pisa (1120-1180) una nueva mirada
al arte románico catalán, esta vez centrándose en una etapa concreta que
resultó clave en la configuración de los componentes territoriales y culturales
de los condados catalanes medievales y situándolo en el marco del Mediterráneo,
en relación con los dos focos artísticos de la época, Toulouse y Pisa.
“Es un acto de conmemoración del centenario de la expedición organizada
en 1907 por el Institut d’Estudis Catalans, con la que se iniciaron las
investigaciones en torno al arte románico en Cataluña –afirman en su presentación
los responsables de la muestra, Manuel Castiñeiras y Jordi Camps- Fue
entonces, pero gracias también a actuaciones llevadas a cabo durante los
años precedentes, cuando se dieron a conocer una parte importante de los
edificios románicos catalanes y su decoración. Con el tiempo, algunos
de estos conjuntos pasaron a formar parte de los fondos del MNAC, contribuyendo
a completar una colección de arte románico emblemática, internacionalmente
reconocida”.
Un
nuevo paisaje
Un
siglo XII de suficiente agilidad en vías de comunicación y relaciones
comerciales, proclive a la transmisión de fórmulas artísticas y de diálogo
con un pasado clásico rico en modelos y estímulos, donde se desarrollará
la plena madurez del arte románico y se dará a Europa un nuevo paisaje
monumental a través de la construcción de iglesias, grandes portadas esculpidas
y claustros, es el arco temporal que abraza El románico y el Mediterráneo.
Cataluña, Toulouse y Pisa. 1120-1180, la muestra que con apoyo
del Departament de Cultura i Mitjans de Comunicació de la Generalitat
de Catalunya y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, el MNAC
exhibe estos días en Barcelona.
Un breve espacio
introductorio relativo al contexto histórico da paso a los tres ámbitos
que estructuran la muestra: Miradas hacia la Antigüedad, La
monumentalización de las iglesias y Vestir las iglesias:
el altar, el mobiliario y las imágenes, en los que unas 120
obras, procedentes de museos de Francia, Italia, Inglaterra y los Estados
Unidos, junto con esculturas de la catedral de Pisa, de los monumentos
de Toulouse y de la portada de Sant Pere de Rodes, se encargan de recrear
el brillante y singular flujo que se dio en el espacio mediterráneo y
que, según palabras de sus comisarios, tiene focos concretos de actividad:
“La creación del nuevo paisaje arquitectónico tiene uno de sus núcleos
más activos en la Toscana, con la construcción de la catedral de Pisa.
Por lo que respecta a Cataluña, las décadas centrales del siglo XII son
también una época de gran vitalidad artística, coincidiendo con el gobierno
del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. Es en ese momento cuando se
configura la Cataluña medieval, con la unión de la casa de Barcelona y
el reino de Aragón, junto con la conquista de Lleida y Tortosa frente
a Al-Andalus. La casa de Barcelona mantenía estrechas relaciones, mediante
los vínculos dinásticos, con la Provenza y la cultura occitana, en fuerte
expansión ya que es la época de los trovadores. Se consolida entonces
la vertebración de un espacio en el occidente mediterráneo donde entran
en contacto focos culturales y artísticos de indiscutible relieve: Barcelona
y los condados catalanes, Toulouse y el Languedoc, Pisa y la Toscana.”
El
Maestro Cabestany
El
recorrido que se presenta rompe con la idea de un románico aburrido, geométrico
o monocromático, mostrando la diversidad y el colorido de un arte con
gusto por la narración; que, en el caso de la escultura, se interesa por
el movimiento; y que, con respecto a la pintura, se expresa con brillante
color. Para sus organizadores, el marco cronológico elegido les ha permitido
“ir más allá de nuestra colección, muy caracterizada por la pintura mural,
y ofrecer al público y a los estudiosos otra visión del románico –más
clásica, luminosa y variada-, en la que hemos querido llamar la atención
sobre ciertas manifestaciones artísticas como la escultura en madera,
la pintura sobre tabla o la propia escultura monumental, que estaban pendientes
de una revisión cronológica, estilística y temática e incluso necesitadas
de estudios técnicos.”
El Maestro
de Cabestany, una de las personalidades artísticas más notables de una
Europa en la que está eclosionando la escultura y que ejemplifica los
viajes que realizaban los maestros escultores para trabajar en distintos
sitios de la ribera mediterránea, se recuerda en esta muestra con un conjunto
de piezas , entre las que destaca el Tímpano de Cabestany, una de sus
obras maestras, y la que sirve para darle nombre.
Esculturas
de figura en piedra (elementos de pórticos y claustros), objetos policromados
(tallas de madera, estatuas, elementos de altares, objetos de arte suntuario),
relieves de fachadas y fragmentos de monumentos esenciales de la época
se suceden en esta renovada mirada al románico en la que, como complemento
y brillante colofón, se ofrece una reproducción en 3D de la portada de
Santa María de Ripoll, en una recreación fiel al milímetro.
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