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La
formación en TIC
Leo
en prensa que nuestro sistema educativo está infrautilizando Internet
como recurso didáctico y que casi el 80% de los alumnos de la ESO apenas
usa el ordenador en clase. Parece un contrasentido que en la era de la
información, en lo que hemos dado en llamar la Sociedad del Conocimiento,
los medios digitales y las nuevas herramientas informáticas no sean aprovechadas
al máximo en el terreno de la enseñanza.
Según los datos
del Informe sobre la implantación y el uso de las TIC en los centros
docentes de educación primaria y secundaria (cursos 2005-2006) -elaborado
por el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (CNICE)
y la empresa educativa Red.es-, el problema ya no es el número de ordenadores
por alumno (uno por cada seis en Secundaria), sino que los centros no
se acostumbran a usar Internet y las TIC en las aulas. Cerca del 98,7%
de los alumnos de Primaria, ESO, Bachillerato y FP aseguran haber utilizado
alguna vez un ordenador en clase. Sin embargo, cuando se les pregunta
si han empleado Internet, el porcentaje desciende considerablemente, sobre
todo en los cursos inferiores. La tercera parte de los estudiantes de
segundo ciclo de Primaria, un 29,9%, responden que no han utilizado la
Red nunca.
A pesar de
que la Ley Orgánica de Educación (LOE) establece que las Tecnologías de
Información y la Comunicación deben ser utilizadas en todas las asignaturas
y que los alumnos dominen dichas herramientas al acabar la ESO, ese objetivo
está todavía muy lejos de lograrse. Los docentes cuentan cada vez con
mayor experiencia en las aplicación de las TIC en el aula y ha crecido
sorprendentemente el numero de profesionales implicados en blogs, foros
y en experiencias en la Red. Aún así, la mayor parte del profesorado no
aplica en el aula estos recursos, ya que si bien un 90% prepara sus clases
en el ordenador, sólo el 20% lo aplica en sus clases. Por tanto, para
una verdadera alfabetización digital, y más que eso, para adecuar el sistema
educativo a las TIC y sacar el mayor provecho de ellas en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, será necesario no sólo una buena dotación de medios
y equipos en las aulas de Primaria, Secundaria y Bachillerato, sino también
una adecuada formación docente en esté ámbito, algo que, hoy por hoy,
es insuficiente.
Alberto
Rodríguez
Madrid
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Nueva
oportunidad
La
nueva legislatura que echará a andar en los próximos días se antoja como
la mejor oportunidad para serenar los ánimos en el mundo de la educación
y centrar el punto de mira sobre las verdaderas cuestiones que tienen
una importancia real para la escuela.
Por un lado,
estos cuatro años van a ser decisivos para que vea la luz de una vez por
todas el ansiado Estatuto de Profesorado, una norma clave para el futuro
de la profesión docente que después de más veinte años parece una broma
que todavía siga negociándose. Por otro, la entrada en escena del Espacio
Europeo de Educación Superior constituye una oportunidad única para revisar
la formación de maestros y profesores de Secundaria. Los futuros maestros
cursarán títulos de grado de cuatro años (240 créditos), uno más que en
la actualidad, con lo que se da respuesta a una vieja aspiración del Magisterio.
Mientras, los profesores de ESO y Bachillerato deberán obtener la titulación
de graduado universitario y cursar un máster oficial específico de un
año de duración para poder impartir clase en los citados niveles, con
lo que desaparece el obsoleto Cerificado de Aptitud Pedagógica.
Además están
pendientes cuestiones de desarrollo de la LOE como analizar la evolución
de programas como PROA, las pruebas de Diagnóstico que tendrán que realizar
los alumnos en 4º de Primaria y 2º de la ESO, los programas de diversificación
curricular o los planes de formación permanente del profesorado, que serán
también otros elementos clave.
Otro aspecto
fundamental sería cerrar la polémica suscitada en torno a la asignatura
de Educación para la Ciudadanía, una materia que a mí entender es absolutamente
necesaria para nuestros jóvenes por mucho que algunos se empeñen en decir
que se trata de un adoctrinamiento e intenten objetar contra la misma.
Como ocurre con la asignatura de Religión, esta no es una cuestión sencilla,
ya que priman intereses partidistas de todos conocidos, pero este tipo
de polémicas y enfrentamientos son los que realmente impiden que la educación
crezca en este país y que los esfuerzos se centren en los aspectos básicos
de nuestra enseñaza, a saber: mejorar la calidad del sistema, conseguir
que nuestros alumnos obtengan mejores resultados académicos o que aparezcan
mejor situados en pruebas internacionales como PISA, que los centros respondan
adecuadamente a un reto tan grande como es la cada vez mayor presencia
de alumnos inmigrantes, o que la profesión docente recupere el prestigio
perdido y tenga el reconocimiento social que merece.
Gabriel
San Martín
Madrid
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