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sobre
los procesos de adaptación de la escuela a los tiempos cambiantes de nuestra
sociedad de la información, la tecnología y la globalización nos encontramos
con una característica qué parece común a todos (al menos a la mayoría)
de los países que desde la década de los 70 comenzaron a reformar su legislación
educativa.
Obviamente,
lo que se pretendía en todos los casos era acoplar exitosamente la escuela
a los nuevos requerimientos sociales. El resultado en la mayor parte de
los países se saldó con un fracaso más o menos estrepitoso o, cuanto menos,
un cambio insuficiente. Se había vuelto a “hacer calles demasiado estrechas”
para albergar tanto “tráfico”. Y esto no sólo por problemas de falta de
financiación, que también los hubo, sino por fallos estructurales así
como defectos de planteamiento y fundamentación.
Las
Reformas no se hacen desde arriba. Lo escrito en los boletines oficiales
no tiene porque tener una traducción simultánea en las acciones concretas
de los centros educativos, que continúan, en la mayor parte de los casos,
ajenos al fondo de los cambios propuestos: ¿por inercia?. No solamente
por inercia. El cambio que conduce a la mejora de los procesos educativos
no parte del cambio de las líneas maestras de la política educativa sino
que viene precedido de una serie de fenómenos que se desarrollan desde
y para el propio centro educativo. Es decir, el centro educativo es la
Unidad de Mejora Educativa. A partir de ahí, podremos entender mucho
mejor todos los fenómenos de innovación que hoy en día, proliferan por
toda la geografía de nuestro país, ajenos muchos de ellos a iniciativas
estrictamente institucionales, y que en muchas ocasiones culminan, o se
desarrollan con un más que notable éxito.
De ahí, qué
desde hace algunos años la atención de los profesionales de la educación
se haya desplazado desde las teorías pedagógicas hacia las llamadas buenas
prácticas educativas, es decir, experiencias de éxito desarrolladas
en uno o varios centros.
A partir del
conocimiento de esas prácticas, el profesorado innovador toma de cada
una lo que más se puede aplicar a las características únicas e intransferibles
que definen el perfil singular de su propio colegio o instituto.
Aprovechamiento
de experiencias ajenas
No
se trata por tanto de aplicar miméticamente la experiencia de tal o cual
centro, sino de que, partiendo de un cuidadoso análisis de las condiciones
actuales del propio, se proceda a aprovechar/utilizar las experiencias
ya realizadas (éxitos y fracasos) para poner en práctica los primeros
y no repetir los pasos que condujeron a los segundos.
Este fenómeno
que así explicado podía ser digno de Perogrullo es, sin embargo, un proceso
que se afianza desde hace relativamente poco tiempo como método de trabajo,
y esto por varias razones:
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Por el desencanto
producido por la forma tradicional de trabajar sobre la base de seguir
escrupulosamente las instrucciones y demás legislación innovadora-reformadora
que adolece de un defecto fundamental: el pretender servir para solucionar
los problemas de: la escuela rural, de la urbana, de la pública, de
la privada, de aquella que tiene mayoritariamente alumnado de origen
multiétnico, de la que no, de aquellos centros que presentan una considerable
movilidad de plantillas, de aquellos que cuentan con la inestimable
ayuda de las familias del alumnado...
No vamos
a negar, sin embargo, los esfuerzos de muchas Administraciones Educativas
por adaptar la Normativa a todos estos parámetros, pero... la legislación
NUNCA podrá contemplar cada centro cómo una entidad única e irrepetible.
Y eso, cómo veremos, es imprescindible para sentar las bases de un
éxito en los procesos de mejora:
-
Por la enorme
variabilidad de las condiciones que nos ofrecen las experiencias en
centros, permitiendo de este modo la confección y/o adaptación de
soluciones parecidas a las que nuestras condiciones concretas requieren.
-
Por la riqueza
que proporciona la creatividad que se desarrolla al calor de las iniciativas
que parten del trabajo colaborativo entre profesionales con la misma
problemática que deciden ponerse “manos a la obra” sin escatimar esfuerzos
y contando con la opinión de todos, sin exclusiones.
-
Por el grado
de implicación y motivación que se genera por la participación activa
en la solución de los problemas, al menos cuando se ven avances, aunque
sean parciales, en la resolución de la problemática del centro. Tratándose
de un proyecto de mejora, vivo 8en constante análisis/retroalimentación)
procurando solventar cualquier punto débil o crítico que deba ser
reforzado.
-
A través del
apoyo, no sólo técnico, sino emocional entre el profesorado en los
procesos de colaboración activa. ¡ya no es mi problema, sino nuestro
problema!
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En el caso de
que se impliquen otras instancias: familias, instituciones municipales
y culturales, ONG,s y otros voluntarios, las posibilidades de éxito
se incrementan de forma notable.
Conclusiones
de nuestro Taller
Dentro
de las conclusiones que en nuestro Taller hemos ido extrayendo sobre
las buenas prácticas o experiencias educativas me gustaría resaltar cinco
especialmente:
Grupos de Intervención y Apoyo Educativos: No son otra cosa
que la denominación que le damos a los grupos de trabajo colaborativo
que se establecen entre los profesionales del centro sobre la base de
unos objetivos comunes para la mejora de la educación. Lo ideal es que
en ese Grupo esté integrado el mayor número posible de profesorado) aunque
al principio no es imprescindible, el Equipo Directivo o parte de él así
como otros profesionales como son el Orientador u Orientadora, Maestros
de Pedagogía terapéutica (PT,s), Profesorado Técnico de Servicios a la
Comunidad (PTSC), Educadores Sociales... La actuación conjunta y bien
coordinada es extraordinariamente importante pues evita duplicidades
innecesarias, incrementando la eficacia.
La función
de estos grupos no se limita a los aspectos de debate sobre la mejora
escolar sino también se extiende a la cobertura emocional, al apoyo al
profesorado que de esta manera logra romper la “soledad docente” así cómo
los sentimientos negativos sobre “esto SÓLO me sucede a mí” o “quién me
va a entender”... es evidente que en el caso del profesorado de nueva
incorporación esta función es básica.
Autoformación
del profesorado: Surge de la propia dinámica de los Grupos anteriores
cuando el colectivo se encuentra con problemas que no sabe resolver. Necesita
recurrir a la constitución de subgrupos de trabajo que busquen bibliografía
o contacten con otros centros, de solicitud a los Centros de Profesorado
de ponentes adecuados a la situación a la que se enfrentan y, en su caso,
de asesores externos que orienten pero no dirijan los procesos
en marcha.
Planes
de acción socio-comunitaria: El origen de la problemática escolar
tanto en lo referido al aprendizaje, convivencia, violencia escolar...
no tiene su origen, y por tanto, su solución en el estricto marco de las
aulas. La coordinación entre el centro educativo y los recursos de su
entorno es básica.
Esto permite
la utilización de servicios de psicopedagogía municipales, educadores
sociales, trabajadores sociales, personal sanitario, red de bibliotecas
públicas, museos, entidades musicales, instalaciones deportivas e incluso,
y muy importante, las empresas, principalmente PYME,s que pueden proporcionar
experiencias prelaborales además de escolarización compartida, ambas
sumamente motivadoras para una parte importante del alumnado.
Redes
de Centros que intercambian experiencias: Consisten, ni más ni menos,
en la puesta en contacto de centros con el objetivo de compartir conocimientos
y prácticas de éxito en aspectos muy variados. Hay Redes que conectan
centros que llevan adelante Programas de Educación Ambiental; otras ponen
en relación al alumnado de diversos centros y localidades. Existen asimismo
Redes de Formación de Profesorado, de mejora de la función directiva,
de elaboración de Planes de Atención a la Diversidad o convivencia escolar...
etc.
Los soportes
para los contactos son muy variados y oscilan desde la utilización de
las infraestructuras informáticas a los encuentros mensuales, veraniegos...
etc.
Hay que decir
que España no es un país que tenga aún muy desarrollada esta importante
modalidad de trabajo colectivo.
Actividades
de puesta en común de buenas prácticas: Cada
vez son más frecuentes en España y consisten en encuentros patrocinados
por las administraciones educativas o entidades privadas con el fin de
propiciar el debate en torno a buenas y nuevas prácticas. El éxito de
estos encuentros radica, en parte, en mantener una periodicidad. Los eventos
aislados sirven de bien poco. La LOE, recientemente en vigor establece
la colaboración entre Administraciones educativas para el intercambio
de buenas prácticas.
fco.javier.esperanza@tee-redes.org
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“La mayoría
de los cambios en la práctica que se sigue en las aulas han sido realizadas
por buenos profesionales que han trabajado por conocer el modo en que
sus alumnos aprendían mejor. Estos profesores han demostrado capacidad
para cambiar sus métodos como resultado de una experiencia positiva”
Patrick Whithaker
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