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El
miedo al colegio de los niños superdotados
Me
llegaron a decir que mi hijo no atendía en clase porque estaba sordo'.
'Estuvo en un programa para niños con retraso hasta que un psicólogo detectó
que tenía un cociente intelectual de 155'. 'A los cinco años, me dijo
que era diferente al resto de los niños y que no quería volver al cole'.
Estas frases son lugares comunes entre los padres con niños que tienen
un cociente intelectual superior a 130, los llamados superdotados. Otra
de las experiencias que más padres han vivido es la de un diagnóstico
equivocado: 'Me dijeron que era hiperactivo, le trataron con pastillas
y se quedó como en las nubes'. El resultado es que niños con una inteligencia
muy alta terminan odiando el colegio y sufriendo fracaso escolar.
¿Por qué personas
con una gran capacidad intelectual se malogran? Para muchos padres, la
respuesta es clara: un entorno en el que estos niños son minoría y un
sistema educativo que apenas piensa en ellos les causa problemas de adaptación.
Su equilibrio emocional se rompe y su capacidad se oculta.
Según Jesús
Ramírez, psicólogo en área educativa, el talento de un niño 'no se echa
a perder bajo ningún concepto, pues la persona superdotada se busca su
propio desarrollo'. En su opinión, uno de los problemas es el deseo de
muchos padres de tener un hijo superdotado cuando no lo es. Con programas
de estimulación, explica Ramírez, se logran cocientes intelectuales superiores
a 136. Pero esto ocurre hasta que sube la dificultad, 'entonces bajan
y los padres culpan al centro educativo de no haber sabido tratar a su
hijo', aclara.
Ante un niño
superdotado, Ramírez opina que 'lo ideal es dejar pasar los primeros años
dándoles algo de tarea extra para satisfacer sus demandas. Más adelante,
será él quien demande algo especial'
Yolanda Benito,
psicóloga y directora del Centro Huerta del Rey de Valladolid, dedicado
a la atención al desarrollo de alumnos superdotados, considera algo distinto.
'Según se demuestra en muchos estudios, los niños deben recibir una educación
adecuada a sus diferentes necesidades para que tengan un desarrollo armónico
y, sobre todo, sean felices'.
Hiperactividad, depresión, bulimia o anorexia son
algunos de los trastornos que Alicia Rodríguez, presidenta de la Asociación
Española para Superdotados y con Talento (AEST), ha visto en niños que
no tuvieron una detección precoz de su superdotación. En su opinión, es
esencial que los padres tomen conciencia de la importancia de evaluar
a los niños desde los tres años.
María
Luisa García, presidenta de la Asociación de Niños y Adultos Superdotados
y de Altas Capacidades (Anasydac), explica que 'cuando un niño es brillante
y tiene buenos resultados en el colegio no hay problemas, pero si hay
rechazo de otros niños o el profesor no tiene conocimientos las altas
capacidades se disfrazan'.
La respuesta
que hoy da la legislación a estos niños pasa por aceptar que puedan saltar
a cursos superiores. Mientras Jesús Ramírez y la presidenta de Anasydac
consideran que esto no siempre es adecuado, porque puede haber rechazo
entre niños de diferentes edades, Yolanda Benito lo considera adecuado
'siempre que se analice caso por caso, porque lo que es bueno para unos
puede no serlo para otros'. De la misma opinión es también la presidenta
de AEST.
María Sánchez
es psicopedagoga y a su clase en Anasydac acude un reducido grupo de niños
superdotados de entre 8 y 9 años de Madrid. De mayores quieren ser veterinarios,
profesores, ingenieros o médicos, pero en la caja de los deseos que tiene
en el aula, lo que más piden es tener amigos. 'La sensibilidad que tienen
es impresionante y les hace sufrir muchísimo' afirma María. 'Por eso,
aquí trabajamos su desarrollo social porque el intelectual no lo necesitan'.
Lejos del mito
que sitúa al superdotado en un laboratorio, los superdotados se buscan
la vida como el resto. Por supuesto, la mayoría ha sido tan feliz o tan
triste como el resto y también son muchos los que ni sufren fracaso escolar
ni depresiones.
Cambios
en los programas educativos. La
AEST ha enviado a la ministra de Educación y Ciencia, María Jesús San
Segundo, un documento con peticiones para la alta capacidad intelectual
(ACI). En síntesis, desde esta asociación creada en 1992, se reclama la
identificación temprana de la ACI. Se trataría de lograr que toda la población
infantil, antes de los cinco años, pasara pruebas para determinar su talento.
También reclaman
que estos niños entren en la 'educación especial' en las mismas condiciones
de presupuesto y número de profesores que para niños con baja capacidad.
La formación de los profesores orientada a la ACI, la creación de un carril
de alta velocidad para que cada alumno aprenda a su ritmo y la posibilidad
de matriculación temprana tanto en colegios como universidades según su
capacidad y no según su edad son otras de las reclamaciones.
Violeta
Mazo
CINCO DIAS 8-abril-2005
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