Educadores en libertad

La Residencia de Estudiantes recupera la memoria de los colegios del exilio en México

Emocionalmente destrozados, sin medios económicos y en la situación de precariedad de los sin destino, un grupo de hombres y mujeres exiliados supieron levantar una isla de libertad educativa frente a la desintegración cultural y moral. Su extraordinaria gesta nos es descrita en la muestra homenaje que la Residencia de Estudiantes ha realizado sobre su labor.

Madrid. JULIA FERNÁNDEZ
En uno de los estudios recopilados por el historiador Nicolás Sánchez Albornoz en su libro El destierro español en América se recoge en el testimonio de Enrique Monedero López una de las visiones más claras y sintéticas de lo que supuso la experiencia educativa republicana en el exilio de México: “Habíamos pasado nuestra infancia y nuestra adolescencia en aquellos micromundos donde se pensaba, se actuaba, se sentía y se creía de una manera peculiar. No se nos españolizaba de forma voluntaria sino espontánea. Existen ejemplos que son representativos: En el primer año de primaria recuerdo que la maestra Teresa Torres Campañá nos enseñó el poema de “Los lagartos” de Federico García Losrca. Al mismo tiempo que aprendíamos de memoria aquellos versos, supimos que García Lorca era nuestro, que estaba con nosotros y por eso había sido brutalmente asesinado. ¡Cuánto tardaron los españoles de España en recuperarlo y nosotros que aprendimos con él las primeras letras!”: España frente a la ignominia del olvido y en los pilares del corazón; una España ideal que podía alimentar altísimos vuelos morales, culturales y pedagógicos.

Exilio fértil

Veinte mil exilados, casi 4000 niños, una experiencia frustrada de extraordinarias consecuencias en lo político y lo social, una entusiasta acogida por el gobernante Lázaro Cárdenas y el unánime deseo de ser de nuevo elementos activos de una comunidad son las piezas centrales de un puzzle cuya imagen completa aún está por realizar y que sólo con iniciativas como la que estos días, y hasta el 27 de marzo, presenta la Residencia de Estudiantes con su muestra acerca de Los colegios del exilio en México puede llegar a ser una realidad. Organizada en colaboración con el Ministerio de Cultura y con el patrocinio de la Caja Duero es el primer reconocimiento social a la extraordinaria labor realizada por los maestros republicanos en el exilio mexicano, en los colegios creados con ayuda del estado y con fondos de la República española. En sus vitrinas expositoras, en sus recreaciones de espacios, José Ignacio Cruz –comisario de esta muestra- recrea el espíritu de una experiencia que hoy, más de sesenta años después, continúa siendo fértil en muchos de sus casos al continuar siendo referentes activos de una enseñanza tan abierta, plural y rigurosa como la que propugnó el ideario de la Institución Libre de Enseñanza, además de ser en focos importantísimos de la cultura española en el exterior.

Instituciones y tendencias

 Imágenes, documentos, libros, cartillas escritas, listas de becas, libros de contabilidad...van exhibiendo en una progresión que tiene su primer eslabón en La educación en la II República y en el carácter de México como tierra de promisión tras los que se adentra en un recorrido por las instituciones puestas en marcha por el exilio mexicano: el Instituto Luis Vives, el primero de los colegios creados, creado en agosto de 1939 y vinculado al Servicio de Evacuación de los republicanos Españoles, dirigido por responsables del Gobierno español en el exilio que presidía Juan Negrín, siempre contó con un prestigioso profesorado que ya había ejercido la docencia durante la II República; el Instituto Hispano-Mexicano Ruiz de Alarcón, fracasado poco después de su creación pero con iniciativas pedagógicas en su haber muy interesantes; la Academia Hispano-Mexicana, creada como centro de bachillerato con el objetivo de preparar a los alumnos para la Universidad ampliando su gestión a la primaria poco después, fue uno de los grandes puentes entre la cultura española y mexicana y quizás el centro educativo de mayor prestigio social; el Colegio Madrid, fundado en 1941 por la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles, con apoyo expreso de Indalecio Prieto, el mayor de los colegios en el exilio con instalaciones propias y un nutrido grupo de profesores; los Colegios Cervantes, una red de escuelas fundadas por maestros exiliados en diversas ciudades mexicanas y con una formación de métodos activos de gran calidad; las Escuelas Freinetistas, creadas por seguidores del pedagogo Célestin Freinet y que ha dejado una huella activa en la pedagogía actual mexicana; y Otros colegios, otras escuelas, donde se recuerdan experiencias externas a México y a sus modelos de colegios institucionales que fueron realizadas a título individual por maestros exiliados en Venezuela, Panamá, República Dominicana, Colombia y Chile y que fueron de extraordinaria ayuda a las comunidades donde se desarrollaron.
Son el conjunto de experiencias educativas realizadas durante décadas por hombres y mujeres que sin dejar de pensar en el regreso supieron construir en el estado provisional del exilio un espacio educativo que cimentara en los alumnos el firme deseo de crecer en lo intelectual, lo moral y lo cultural; en la memoria de estas vitrinas se encuentra una fase especialmente brillante de la Educación en España.

 

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