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Atención educativa para todos

Según datos del Ministerio de Educación y Ciencia y que, en su momento, anticipó su titular, María Jesús San Segundo, más de medio millón de alumnos extranjeros cursarán estudios en los centros españoles, durante el presente año académico. A pesar de esa elevada tasa de escolarización, que irá en aumento en sucesivos cursos, las administraciones educativas regionales se esfuerzan por desarrollar iniciativas de integración educativa, pero sin orden ni concierto.
Si desde el gobierno pretenden regular la situación legal y laboral de estos inmigrantes, además de proporcionarles atención sanitaria universal y gratuita, en mi opinión, también se debería elaborar un plan de ámbito nacional, que recogiera actuaciones especialmente diseñadas, para atender las necesidades educativas de esta población en progresivo aumento.
Por comunidades autónomas, las últimas estadísticas revelan que Madrid y Cataluña reúnen la mayor concentración de alumnos extranjeros, por lo que llevan a cabo programas de integración y normalización escolar. Algunos centros escolarizan a estudiantes de más de cuarenta nacionalidades y la diversa procedencia de estos niños presenta distintas necesidades educativas.
Mientras que los niños chinos tienen una gran facilidad para las matemáticas, pero dificultades para el aprendizaje de la lengua española, los originarios de Sudamérica, este problema lo tienen resuelto, pero presentan otros como un bajo nivel de conocimientos, debido a una escolarización desigual en sus países de origen.
Por una parte, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid desarrolla el programa de Aulas Enlace, donde a lo largo de seis meses aprenden español, conocimientos de la cultura de nuestro país y se preparan para incorporarse al curso que les corresponde por edad.
Por otra, el Ayuntamiento de Barcelona lleva a cabo el programa Exit, que proporciona clases de refuerzo a niños de Primaria inmigrantes. Antiguos alumnos de los colegios, que están cursando Secundaria o Bachillerato, imparten materias instrumentales como Lengua y Matemáticas, donde los niños presentan mayores carencias.
A mi juicio, estas experiencias pioneras pueden servir de modelo y, con las correspondientes adaptaciones, las comunidades autónomas deberían emprender un plan de actuación conjunto, que facilitaría la escolarización de alumnos que, por razones familiares, se vean obligados a cambiar de residencia y, por tanto, de centro.

Manuel Seco Pérez
Fuenlabrada (Madrid).

 
     
   

Cultura contra la telebasura

La campaña contra la telebasura que ha emprendido el Gobierno me parece una de las iniciativas más acertadas que se han acometido en este país en los últimos tiempos. No se trata de censurar el contenido de determinados programas, lo que atentaría contra el orden democrático, sino más bien proteger al publico infantil, a la infancia, de imágenes violentas y palabras y contenidos degradantes, durante las franjas horarias televisivas de la sobremesa y buena parte de la tarde, es decir, durante el denominado horario infantil.
Es bueno que el Gobierno se entreviste con el Defensor del Pueblo, el de Menor, con las asociaciones de padres y con otras plataformas y organizaciones en pro de los derechos de la infancia. Pero no debemos olvidar que en el fondo del asunto lo que subyace es la profunda incultura de esta país y el gusto por programas de “marujeo” y “cotilleo” en los que son protagonistas auténticos descerebrados, gente sin ningún peso específico que son famosos simplemente porque venden su vida íntima al mejor postor. No nos engañemos: esos personajes y esos programas no existirían si no tuvieran una amplia audiencia. Desconozco cual será la realidad de otros países europeos, pero lo que sucede en España con este fenómeno rebasa los límites del paroxismo y es una muestra del largo camino que todavía tenemos que recorrer para autodenominarnos como un país culto, como un país formado. Noruega, una nación con cuatro millones y medio de habitantes, hace circular cada año entre su población cerca de ocho millones de libros. Aquí, mientras tanto, seguimos a la Pantoja.

Ángel González Cabezas
Madrid.

 
       
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