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Madrid. MARGARITA GIRON
Con
el proverbio africano “Para educar a un niño hace falta la tribu entera”,
el filósofo y profesor de instituto, José Antonio Marina, resumió la conferencia
que impartió durante el acto de apertura de la Jornada que organizó la
Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), sobre las relaciones
entre padres e hijos.
Marina
señaló que la educación no es un cometido exclusivo de padres y docentes
sino una tarea de toda la sociedad civil, que debe amparar a las familias
y a los profesores, y devolver el prestigio social a las madres que se
dedican al cuidado de sus hijos los dos primeros años de vida.
Bajo
el lema “Los ‘hijos raros’. Claves para que los padres entiendan”, numerosos
expertos, entre ellos los sociólogos Javier Elzo y Carles Feixa, y el
psiquiatra Eusebio Megías, han participado en este encuentro que ha tenido
como objetivo analizar los cambios introducidos en los actuales modelos
de socialización familiar.
En
su diagnóstico de la educación actual, Marina se declaró “optimista porque
soy un docente, y no hay forma de dedicarse a la educación sin optimismo”.
A su entender, “a lo mejor la situación no está tan mal como pensamos,
solo está diferente”, porque se ha pasado de un modelo de familia asimétrica,
con el poder centrado en el padre, a unidades familiares simétricas en
las que padre y madres ostentan igualdad económica y social.
Educar contra corriente
Para
el filósofo, ahora los padres y los profesores se angustian porque sienten
que deben educar “contra corriente”, que no educan en nombre de la sociedad,
sino en contra de la misma, en contra de la televisión, en contra de Internet,
y de los valores generales imperantes”. A esto hay que añadir que los
padres no han recibido una preparación especial para saber educar a sus
hijos, a la vez que los hijos han pasado a ser una realización personal
de los padres, lejos de la utilidad económica y social que antaño tenían.
Marina
propone una serie de recursos educativos que ayuden a establecer el modelo
común que sigan padres, educadores y sociedad en general. Entre ellos
destaca la necesidad de dotar de seguridad y afecto a los hijos; la importancia
de enseñarles a resolver conflictos de convivencia y no solo ecuaciones;
infundirles fortaleza, diligencia, coraje y autonomía personal; fomentar
la creatividad y la solidaridad, así como el respeto y el sentido de la
justicia.
Por
su parte, Javier Elzo, que clausuró la jornada con la ponencia “Padres
e hijos: valores de ida y vuelta”, señaló que a diferencia de otras épocas
en la que los padres socializaban a los hijos, ahora asistimos a un proceso
inverso, en el que los hijos socializan a los padres. Los progenitores
de los adolescentes actuales son hijos de la generación de la transición,
que inculcó valores de mayo de 1968, como la libertad, la no discriminación
por motivos de sexo o la conciencia ecológica. Así, ahora no basta la
ausencia de discriminación, sino la igualdad total de géneros en la que
el sociólogo enmarca la “revolución homosexual”.
Emancipación paterna
El
antropólogo Carles Feixa, destacó en la ponencia la cada vez mayor tendencia
de un sector de los jóvenes a permanecer en el hogar paterno, con el consentimiento
y beneplácito de los padres. Este fenómeno ha llegada a alcanzar proporciones
preocupantes en sociedades como la japonesa, donde más de un 20% de los
jóvenes han optado por recluirse en el domicilio de sus padres sin apenas
salir de su habitación y rodeados de los últimos avances en tecnología
informática y audiovisual.
“Algunos
padres –explica Feixa- hacen todo lo posible para que sus hijos no se
vayan de casa. A veces, incluso son ellos los que se emancipan, marchándose
a la segunda vivienda que tienen fuera de la ciudad”. En este sentido,
Feixa aconsejó a los padres no comprar a los hijos un coche, sino utilizar
ese dinero para ayudarles a pagar el alquiler de un piso, aunque sea compartido
con otros jóvenes.
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