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2002
de la Ley Orgánica 10/2002, de 23 de Diciembre, de Calidad de la Educación,
en el que su discurso incide en elevar la consideración social del profesorado
y “orientar mejor la formación continua, así como también en articular
una carrera profesional en la que la evaluación, formación y progresión
tengan cabida de un modo integrado” (Exposición de motivos). Y, en la
que, además, dedica el capítulo I del Título IV a la formación del profesorado,
estableciendo como principio básico que las Administraciones Educativas
promoverán la actualización y la mejora continua de la cualificación profesional
del profesorado, así como, la integración de la organización y dirección
de centros, la coordinación didáctica, la orientación y tutoría con el
objetivo de mejorar la calidad de la enseñanza y el funcionamiento de
los centros, nada se ha dicho y hecho hasta la fecha en relación, al menos,
con el esbozo, de determinadas líneas directrices en materia de Formación
Permanente con respecto a la aplicación de dicha Ley.
Tras
el 14 M de 2004 y la entrada del partido socialista, si todo ya estaba
paralizado en esta materia, aún ha creado más incertidumbre. Por ejemplo,
las dudas que oímos constantemente entre los docentes son: ¿se va a aplicar
la LOCE?, ¿los currículo van a cambiar?, etc. Dudas que desalientan a
la Comunidad Educativa y, de entre ella, mucho más al profesorado que
cada día tiene que enfrentarse con su tarea docente.
Creemos
que independientemente de lo que ocurre y ocurra se plantea la necesidad
de diseñar y articular un plan coherente de la formación permanente del
profesorado que de respuesta real a los problemas con los que tienen que
lidiar en sus aulas. La formación no puede dar bandazos, sin rumbo, al
compás de la música de los cambios acontecidos. La permanente actualización
científica y didáctica del profesorado, así como, las exigencias de respuesta
a las necesidades sociales y culturales requiere de una clara y coherente
política de formación permanente del profesorado que es estos momentos
parece ser que sea la gran olvidada.
Ámbitos
prioritarios
Según
un estudio realizado sobre una muestra de 1.207 docentes de Educación
Secundaria, el profesorado está reclamando una formación que, sobre todo,
atienda a los siguientes ámbitos:
-
metodologías diversas de enseñanza que pueda luego incorporar en su práctica
docente (87,4% del profesorado consultado)
-
uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (82,1%)
-
actualización científica en los contenidos de las materias, áreas, ciclos
formativos, etc. (80,8).
-
atención a la diversidad, atención a alumnos inmigrantes (79,8%).
-
procesos de calidad y de mejora continua del centro educativo (75,3%).
-
conocimientos sobre las características evolutivas del alumnado y sus
proceso de aprendizaje escolar (69,6%).
-
habilidades sociales, trabajo en grupo, comunicación interpersonal (69,8%).
-
disciplina escolar (67,5%).
-
reducción de la ansiedad y estrés profesional ante los nuevos problemas
educativos (60,4%).
-
técnicas de orientación y tutoría (58,3%).
-
temas transversales (54,5%).
- principios generales sobre la enseñanza en un determinado
nivel educativo (47,7%).
-
aspectos relativos a la evaluación (45,2%).
-
la mejora del funcionamiento, gestión y organización del centro educativo
a través de documentos institucionales (38,8%).
Ante
esta realidad concreta de necesidades formativas del profesorado de educación
secundaria podemos decir muchas cosas, pero quizás, la primera de ellas
sería la urgencia con la que cada vez más los docentes reclaman a la Administración
competente el diseño de un plan de formación del profesorado que responda
claramente a las demandas planteadas y citadas anteriormente.
Tal
y como solicita el profesorado hace falta una formación que atienda y
esté ligada a las siguientes características:
*
conectada a las necesidades formativas del profesorado en la práctica.
*
contextualizada al centro educativo y al desarrollo de procesos de mejora
en equipo.
*
al desarrollo de procesos de reflexión a través de la relación entre teoría
y práctica.
*
a la diversificación de la oferta en función de la detección de niveles
de formación.
*
a la configuración de itinerarios formativos en los respectivos centros.
*
a la reorientación del proceso y planificación de la formación a través
de procedimientos de evaluación y seguimiento.
Proceso
de globalización
En
la actualidad la condición postmoderna, la sociedad inmersa en procesos
de globalización reclama una formación permanente que ayude a los docentes
no sólo a responder a las demandas y necesidades actuales de nuestro contexto
sino también una formación que facilite reflexionar sobre su práctica,
que ayude a saber enfrentarse a situaciones muy diversas, así como, a
saber reaccionar y dar soluciones con fundamento racional y ético.
Además se observa la urgencia de incluir planes de la
evaluación de la formación permanente desarrollada. En este sentido, crece
cada vez más la necesidad de potenciación de las fases procesuales en
la evaluación, siendo importante el conocimiento de los resultados, el
número de horas y participantes, y lo que es más relevante la contrastación
de la implementación de la formación recibida en la práctica.
Indudablemente
para iniciar el camino hacia una Formación Permanente de calidad se necesita,
además, de presupuesto, técnicos que diseñen las directrices del plan
y que sean conocedores de la realidad de la formación y de las demandas
del profesorado, etc., también se reclama una formación para los asesores/as
que han de articular su puesta en marcha. Pero, sobre todo y lo más fundamental,
hacen falta ganas, esfuerzo y convencimiento de su necesidad.
El
camino está marcado. Los nuevos desafíos de la sociedad contemporánea
exigen de una formación permanente del profesorado, como instrumento fundamental
al servicio de la calidad educativa que no debería de estar supeditada
a ningún color político, sea el que sea. Sólo debería de estar supeditado
a formar a un buen profesorado para que eduque a los alumnos y alumnas
en un mundo plural, global y para una sociedad democrática.
Reto
que supone para el docente una auténtica aventura, un apasionante viaje
plagado de dificultades, contradicciones, etc. pero también de posibilidades
y satisfacciones por tratar de formar a estudiantes para la ciudadanía
europea y para una sociedad más justa, igualitaria y solidaria.
El
camino, como decía Machado se hace al andar. Pues bien, desde aquí queremos
hacer ver la necesidad de plantear un Plan de Formación y, sobre todo,
de Evaluación de la misma que realmente sea eco de las necesidades reales
del profesorado, para ya, dejar de ser, la formación permanente, la gran
olvidada por la Administración Educativa.
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