|
Madrid. JULIA FERNÁNDEZ
Un festejo de la creación,
una celebración de la solidaridad, la amistad y el compañerismo cultural,
una invitación al redescubrimiento de su poliédrico arte, un perfecto
cierre a la sucesión de actos que el centenario de su nacimiento han motivado.
La muestra que estos días, y hasta el 24 de noviembre, ofrece el Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía organizada por la Sociedad Estatal
de Conmemoraciones Culturales, es el conjunto de todas estas afirmaciones
pero, también, el resumen sintético del siglo que le dio la posibilidad
de ser en cada una de ellas. “Entre el clavel y la espada: Rafael Alberti
en su siglo” viene a recordarnos, tras un año de conmemoraciones ligadas
casi exclusivamente a lo literario, la múltiple expresión que en lo artístico,
lo cultural y lo social tuvo este extraordinario hombre del siglo XX:
una voz, una moral y una imaginación que enriquecieron el ya riquísimo
escenario de la España del primer tercio del siglo XX; que promovieron
el espíritu de valentía y libertad entre la España del exilio y que supieron
navegar con pasión, humor y lealtad en el escenario de una España democrática
y plural. El Hombre y su Tiempo, Alberti y la España del siglo XX en sintonía.
Pintura y poesía
El
propio director del MNCARS –Juan Manuel Bonet- y los dos estudiosos de
Alberti –Carlos Pérez y Juan Pérez de Ayala- firman, juntamente con los
diseñadores Macua y García Ramos, esta propuesta expositiva que, con sus
casi mil piezas, se conforma como el mayor proyecto acometido en el centenario
del nacimiento del poeta: “Es un fresco de la época, una mirada a Alberti
sobre el fondo de un paisaje en el cual influye decisivamente. (...).
La faceta lírica está representada por el clavel, y la épica, social y
política por la espada”, afirmó el director del Museo en su presentación
a la sociedad.
Manuscritos, primeras ediciones y traducciones de sus libros, objetos
personales, fotografías y cartas, dibujos y pinturas de Alberti y de sus
amigos y compañeros de generación repartidos en ocho apartados, nos van
adentrando en este recorrido que da comienzo en su etapa de Infancia
(1902-1917), donde se recrea los primeros años de Alberti en su localidad
natal, El Puerto de Santa María, a través de una serie de fotografías
del poeta niño y de sus familiares y en el que se da a conocer sus primeros
intentos pictóricos, siguiendo el modelo del que consideraba su maestro,
Daniel Vázquez Díaz.
Madrid (1917-1925) nos presenta un Alberti instalado en la capital
y que consolida su deseo de pintar. Numerosos dibujos suyos junto a obras
de creadores como Benjamín Palencia, Federico García Lorca, Rafael Barradas
o Alberto Sánchez, entre otros, ilustran un periodo que se cierra con
un apartado dedicado exclusivamente a Maruja Mallo, amiga y pareja del
poeta, y que conecta con la siguiente sección titulada Alberti y sus
amigos de la generación del 27 (1925-1929): primeras ediciones de
Marinero en tierra (1925), con el que ganó el Premio Nacional de
Literatura y que contribuyó decisivamente
a que su vocación poética primara sobre la artística; partituras, láminas,
dibujos, revistas, que reflejan la fructífera relación que Alberti mantuvo
con distintos músicos de esta época como Roberto y Ernesto Halffter y
Gustavo Durán, entre otros muchos.
Compañera del alma
En El poeta en la
calle (1930-1935) el protagonismo es para la escritora, amiga, mujer
y compañera de todas sus avanzadas opciones sociales, Maria Teresa León,
alter ego de este Alberti que se adentra también en el teatro de compromiso,
el aprendizaje de las vanguardias escénicas europeas y el más definido
ya compromiso con la defensa de los preceptos de justicia y libertad.
Una actitud que llevará a sus últimas consecuencias durante la Guerra
civil (1936-1939), el quinto apartado de la muestra, que nos trae
la atmósfera de una España amenazada y en acción y del universo creativo
que sus hombres y mujeres del arte y la cultura supieron generar en ella:
aguafuertes, óleos, dibujos, esculturas, fotografías y carteles de Pablo
Picasso, Ramón Gaya o Joan Miró, entre otros muchos de los que rodearon
al poeta, representan esa época.
El Exilio en Argentina
y en Uruguay: Buenos Aires y Punta del Este (1940-1963) está
representado por más de un centenar y medio de piezas que recuerdan cómo
Alberti reemprendió su vocación pictórica y retomó su poliédrica visión
del arte. Su Exilio en Italia (1963-1977) está reflejado por fotografías,
libros, manuscritos y grabados, disciplina que Alberti descubrió en esos
años.
El último apartado,
Regreso a España (1977-1999), cierra este resumen cronológico de la
vida de Alberti y nos muestra al personaje cercano que nos acostumbramos
a ver entre diputados, poetas, dignatarios o sencillos pescadores de su
Cádiz natal: es el Alberti menos mítico pero con el halo indestructible
de una voz presente en el tiempo, el que vivió y el que él mismo contribuyó
a crear.
|
|
|