Memoria y renacimiento

Cerca de veintitrés siglos después de su creación, la Bibliotheca Alexandrina recupera los postulados de su fundación y se proyecta como el centro de saber sin- crético, generoso y múltiple que supo ser
para la Antigüedad. En su memoria y en
su homenaje es la muestra que estos
días ofrece la Biblioteca Nacional.
La Biblioteca Nacional recrea el pasado y el futuro de su homóloga Alexandrina

Madrid. JULIA FERNANDEZ
El llamamiento realizado en 1990 en la Declara- ción Internacional de Assuán y que instaba “A todos los gobiernos, organismos internacionales gubernamentales y no gubernamentales, institu- ciones públicas y privadas, organismos de financiación,   bibliotecarios  y  archiveros... para

que participen, con todo tipo de aportaciones voluntarias, en el esfuerzo emprendido por el gobierno egipcio para hacer renacer la Biblioteca de Alejandría”, fue planteado por los jefes de Estado y de Gobierno y altos dignatarios que constituyen la Comisión Internacional de Apoyo al Renacimiento de la Biblioteca de Alejandría como un acto de “reconocimiento al regalo irreemplazable que la antigua Biblioteca cedió a nuestro patrimonio común”. Se trataba, por tanto, de contribuir al renacimiento de la que fuera una de las más importantes creaciones humanas ligadas al saber y al conocimiento, y hacerlo como pago de la trascendental significación que en las identidades de la cultura occidental tuvo su legado en la Antigüedad: en el espíritu y en la letra, en su generoso ejercicio de la cultura y en su extraordinario acervo literario, filosófico y científico.
La concreción llegaba el 16 de octubre de 2002 con la inauguración de la nueva Biblioteca Alexandrina como culmen de un esfuerzo común egipcio e internacional, en el mismo enclave geográfico que tuvo la antigua Biblioteca Ptolemáica y con su mismo decálogo intelectual y cultural.

Alumbrar, copiar

Reconocer su deuda estructural con la Biblioteca del ayer y apostar por el futuro de la recién nacida es el espíritu que anima el homenaje que estos días realiza la Biblioteca Nacional en su muestra sobre el pasado y el presente de su homóloga egipcia, un acto que viene a sumarse al apoyo que España, encabezada por la Reina Doña Sofía, ha dado a este proyecto desde hace doce años. Se trata de una propuesta de más trescientas piezas, en su gran mayoría pertenecientes a los fondos de la propia Biblioteca nacional y otras procedentes del Prado, el Arqueológico, el archivo de Simancas, la Biblioteca de El Escorial y la Biblioteca Nacional de Francia, entre otras instituciones, que ha contado con la colaboración de la Fundación Winterthur y que recorre una historia que nació tres siglos antes de nuestra era y que con la pausa de los últimos tres siglos llega a nuestros días.
Una estatua de la musa Clío recibe al visitante de esta exposición que la comisaria Paloma Fernández de Avilés ha dividido en siete bloques que abordan desde distintas perspectivas y etapas históricas el fenómeno intelectual de esta mítica Biblioteca: desde la fundación de la ciudad, por Alejandro Magno, hasta el primer renacimiento europeo, con las traducciones que los árabes y judíos realizaron en la península ibérica sobre los fondos que la Biblioteca había copiado, traducido y catalogado de sabios universales como Aristóteles, Euclides, Arquímedes, Dioscórides, Galeno o Claudio Ptolomeo.

Tesoros digitalizados

Manuscritos griegos, latinos, árabes y hebreos, incunables y ediciones raras de los autores helenísticos, algunos de los tesoros de la Biblioteca Nacional, como la “Cosmografía” de Ptolomeo, el maravilloso “Orbis terreris” de Sgrooten, la “Biblia Pauperum”, el “Libro de la Esfera” de Alfonso X El Sabio o “La materia medicinal” de Dioscórides, editada por Andrés Laguna; cartas náuticas de gran valor y hermosos grabados con vistas de Alejandría...que son arropados con esculturas, terracotas, monedas, instrumentos musicales y otros objetos que traen el halo del tiempo en que estos fondos bibliográficos eran creados. En otra sala accedemos a través de una pantalla táctil a los manuscritos árabes digitalizados por la Biblioteca Alexandrina.
Una breve Visita Virtual al Museo de Manuscritos que alberga la Biblioteca actual, junto a unas proyecciones de su espléndido edificio y algunas imágenes recopilatorias de lo que ha sido el largo camino hasta su apertura al público, cierran esta muestra homenaje que, hasta el 21 de septiembre, recuerda el legado espiritual y cultural que España y Occidente recibió de una Biblioteca ubicada en Alejandría.

 

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