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La
escuela, de puertas adentro
Acabada
la II Guerra Mundial, los alemanes observan horrorizados las altas cimas
que ha alcanzado el odio entre los pueblos. ¿Qué es lo que ha pasado
para llegar a esto?, se preguntan. Y vuelven la mirada hacia las enseñanzas
que están recibiendo los niños en la escuela. Ése
es el origen remoto del interés que se despierta en Europa por
los manuales escolares, al que se sumará Francia en los años
ochenta con un proyecto que bautizaron jocosamente como Emmanuelle.
La idea cruzó
los Pirineos de la mano de Federico Gómez, profesor de Historia
de la Educación en la Universidad Nacional de Educación
a Distancia (UNED). Así surgió en España, hace una
década, el proyecto Manes (manuales escolares) que trata de recopilar
textos de la escuela española desde 1812 hasta hoy para investigar,
a partir de ellos, las enseñanzas que conformaron la mentalidad
colectiva de todo un pueblo, entre otras cosas.
En el proyecto
colaboran ya una treintena de universidades españolas y latinoamericanas,
además del equipo inicial, seis universidades entre las que está
la UNED.
En su biblioteca
central hay ya 4.000 libros de texto antiguos a disposición de
los investigadores. Entre estos manuales se encuentran verdaderas joyas
de la pedagogía; el más antiguo de ellos es del primer tercio
del siglo XVIII, Las aventuras de Telémaco, hijo de Ulises,
escrito en francés. El resto son en español, ejemplares
preciosos, como una Gramática latina de 1772 o los Rudimentos
históricos para instruir a la juventud católica, un
libro escrito por un jesuita y editado en Amberes en 1775. O el Altieri,
un tratado de filosofía del mismo siglo con páginas desplegables
de figuras geométricas. Manuales de cuidada edición, algunos
con impresionantes ilustraciones en color y lomos de tela; esos libros
que antes de leerse se acarician.
La manualística,
como definió esta disciplina el catedrático de Historia
de la Educación de la Universidad de Valladolid Agustín
Escolano, era desconocida en España hace 20 años y hoy comienza
a dar sus frutos gracias a la colección de la UNED. Ya se han escritos
algunas tesis sobre los contenidos de estos libros, qué se enseñaba,
cómo, por qué, qué función tenían las
imágenes que ilustraban los textos.
La recopilación
de los volúmenes ha llevado años y todavía faltarán
otros 20, a decir de Manuel de Puelles, profesor de la UNED y uno de los
directores del proyecto, para dar por concluida (nunca completa) una colección
que pretende reunir los manuales de dos siglos. Los libros se han ido
comprando en bibliotecas de viejo o a propietarios particulares. "Los
libreros ya lo saben y nos avisan de los ejemplares que encuentran", dice
Alejandro Tiana, codirector de Manes. "Algunos maestros jubilados", prosigue
Tiana, "nos han llamado al enterarse para decirnos que no sólo
tenían algún libro antiguo, sino viejos materiales escolares,
cuadernos o fichas escritas a mano de antes de la guerra".
El punto de
partida cronológico elegido para esta colección ha sido
1812, cuando la Constitución de Cádiz, "porque fue entonces
cuando se institucionalizó la educación pública;
y se ha tratado de que el proyecto sea multidisciplinar, en el que participen
profesores de varios campos de conocimientos", explica De Puelles.
Además
de esos volúmenes que se han ido comprando, hay una base de datos
que cuenta con más de 20.000 registros españoles (www.uned.es/manesvirtual/portalmanes.html).
"Todos ellos están localizados, en colecciones privadas y otros
sitios", señala Tiana.
"No será
fácil determinar qué influencia tuvieron estos manuales,
ni las enseñanzas que recibían los niños en las escuelas
de los distintos países en episodios como la Guerra Mundial", explica
Tiana. Pero sí podrán saberse otras muchas cosas. Los investigadores
están en ello.
Carmen
Morán
EL PAÍS. 10 de febrero de 2003.
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