El presente artículo tiene por objeto realizar una aproximación a algunas de las opiniones y acciones que se llevaron a cabo en la etapa de entresiglos acerca de la enseñanza. Su contenido forma parte de la memoria de licenciatura, presentada en el Departamento de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha en 1998, titulada "Ambitos intelectuales: el período de entresiglos (1875-1923)". El ámbito geográfico de esta investigación corresponde a la provincia de Ciudad Real.
Visiones decimonónicas
de la enseñanza

María Jesús Romero Molina
Profesora del IES "Berenguela de Castilla", de Bolaños
de Calatrava (Ciudad Real)

  NTERNARSE en el  período de

la Restauración y empezar a hablar de problemas educativos es todo uno, como la abundante bibliografía sobre el tema confirma. La intelectualidad del momento encontró en las deficiencias educativas la raíz de los problemas patrios. Pronto surgió la tendencia a compararse con otros países, con intención de mostrar en la comparación la mala posición española y sacar provecho de esta enseñanza.
La temprana preocupación por las necesidades educativas en España, que se había manifestado ya desde la intelectualidad ilustrada, sólo se vio acompañada de entramados legislativos, tan inestables en su duración e ineficaces en su aplicación como lo fueron los gobiernos que los sostenían. A las exigencias de los intelectuales no se sumó una rápida acción de los políticos. De hecho, España no contará con un Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes hasta 1900, pues hasta entonces las responsabilidades educativas recaían en el llamado Ministerio de Fomento.
Tuvieron que ser intelectuales de la talla de Giner de los Ríos, entre otros, los que llamasen la atención sobre las deficiencias educativas, especialmente las que dificultaban la acción de los propios educadores. Los pacíficos años del "turnismo" fueron tiempos de inquietudes pedagógicas. Cacho Viu habla de "efervescencia intelectual bajo la paz política". Así, las formas de enseñanza, las actitudes educativas y otros aspectos relacionados con el mundo de la docencia recibirían un renovado impulso desde la tarea promovida por ese centro de renovación pedagógica y vocación reformista que fue la Institución Libre de Enseñanza, nacida casi al mismo tiempo que la Restauración.
Sus primeros miembros pertenecían a las minorías dirigentes del país. Junto a los deseos de renovación pedagógica (saldados con éxito en los niveles de primera y segunda enseñanza, pero con rotundo fracaso en el universitario) es bien sabido que esta Institución promovió la cultura en España a lo largo de sus años de vida, sirviendo de estímulo a otros organismos derivados de ella, especialmente a la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas.

Espíritu europeísta

Del espíritu europeísta de la I.L.E. y sus ideales educativos participaron dos grandes pedagogos nacidos en la provincia de Ciudad Real: Luzuriaga y Castillejo, que recogen en gran parte la herencia de Giner de los Ríos. Este legado ofrece todo un programa para la renovación pedagógica, que se sirve en gran parte de experiencias europeas. De hecho, los años más fecundos de la obra de Lorenzo Luzuriaga Medina (nacido en Valdepeñas en 1889) están ligados a la I.L.E. Sus investigaciones sobre pedagogía fueron claves en la actividad de la Institución y equiparables a las de otro pedagogo, también de nuestra provincia, José Castillejo, del que hablaremos posteriormente. Aplicó a la pedagogía algunos de los principios europeos más innovadores, los que defendían una escuela única (coeducación de niñas y niños), laica y activa, en suma, la llamada Escuela Nueva.
José Castillejo Duarte nació en Ciudad Real en 1877. Estudió bachillerato en el instituto de la capital y, sin duda, haber nacido en un ambiente culto (era hijo de un abogado) y de ciertos medios económicos, le permitió proseguir sus estudios, primero licenciándose y más tarde doctorándose en Derecho y en Filosofía y Letras. Recibió una beca para estudiar Derecho Civil en la universidad de Berlín. Obtuvo más tarde la cátedra de Derecho Romano en la universidad de Sevilla. Por influencia de Giner logró un cargo en el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Secretario de la J.A.E., desde su creación hasta 1935, fue enviado por la misma en diversas ocasiones para visitar distintos países europeos, especialmente Gran Bretaña, y latinoamericanos. Fue un hombre de eficaz gestión, riguroso en el trabajo y carente de afán de protagonismo. No quiso mezclarse en temas políticos, manteniendo siempre una posición de discreta diplomacia para con los gobernantes de turno.
Su pensamiento se mueve en línea con el del institucionismo: España necesitaba hombres bien formados y tolerantes para salir de su atraso endémico. En sus propuestas se acerca al modelo educativo anglosajón (la educación basada en un acercamiento al alumno por encima de la instrucción), pueblo del que es gran admirador y al que llega a imitar en sus hábitos de vida. De él nació la idea de la Residencia de Estudiantes y su homónima femenina, la Residencia de Señoritas. Se ocupó en sus estudios y conferencias de varios problemas relacionados con la educación: la organización de las asociaciones de estudiantes, las asociaciones internacionales de educación, los congresos pedagógicos, etc. Castillejo había analizado los tres grandes fracasos españoles: la política, el comercio y la educación, justo aquellos aspectos en que su envidiada Gran Bretaña había triunfado. Estudiando las causas de esos fracasos, ofrece todo un perfil psicológico de los españoles: altivos, rebeldes e individualistas, rasgos que les impedían obtener algún éxito en empresas colectivas.

Formación en el extranjero

Otros intelectuales como Ramiro de Maeztu, alaban la tradición de enviar estudiantes a formarse al extranjero, en parte para eliminar la dependencia científica e industrial del exterior. No obstante, llama la atención sobre las escasas inquietudes culturales que promueven el ánimo hacia el estudio en nuestros alumnos, mientras que fuera de España se respira un ambiente cultural que va de las clases medias a la familia.
Las publicaciones periódicas relacionadas con la educación aparecieron de forma temprana como un órgano que actuaba no sólo de portavoz, sino también de protector y hasta guía de los profesionales de la enseñanza. Estas publicaciones fueron (en nuestro ámbito de estudio): La Enseñanza, revista de periodicidad decenal publicada entre 1887-1892, y El Magisterio aparecido entre 1889-1936. También otras publicaciones periódicas dedicarán espacio en sus páginas a las cuestiones educativas, entre ellas Vida Manchega, Pueblo Manchego, La Tribuna y Diario de La Mancha. De El Magisterio dice Jara Barreiro que fue el órgano portavoz y protector de los maestros, y por esto resultó una publicación con éxito entre los profesionales del magisterio.
Son numerosos los artículos que sobre el tema de la enseñanza y sus problemas contiene el semanario Vida Manchega. Aquí recogeremos sólo algunas de las ideas más significativas. Se aspira a que la escuela primaria, unitaria, rutinaria y arcaica, se convierta en una especie de laboratorio en el que el pedagogo elimine del niño lo que pueda perturbar su inteligencia y potencie lo que contribuya a desarrollarla.
Se plantea en las páginas del citado semanario que ya pasaron los tiempos en que suscitaba risas el lamentable estado de la educación española, llegándose después a hablar de pedagogía en la calle. El no hablar de este tema es propio de pueblos decadentes, hacerlo, de civilizados y resulta el único vehículo para la regeneración de un país. El modelo de escuela que se defiende es aquel que "eduque al instruir e instruya al educar", haciéndose así posible la armonía necesaria entre educación e instrucción, porque aunque exista la segunda, en muchos casos se carece de la primera.

Formación popular

En cuanto a la cultura, se destaca la necesidad que tenía nuestro país de bibliotecas y museos que sirvieran de base a la formación popular, más allá de los habituales museos cargados de tesoros artísticos o de las bibliotecas al uso con un horario y unos trámites que las convertían en inaccesibles para la mayoría de trabajadores.
Frente al hábito de convertir el atraso de la ciencia y de la técnica española en objeto de vituperio y hasta mofa periodística, plantea un artículo de Vida Manchega la revisión de las grandes aportaciones españolas al progreso científico. Prosigue con el tono comparativo, tan frecuente en este tipo de argumentaciones; así, se ensalza lo español frente a lo extranjero en esta línea: en toda Europa hay analfabetos, la cultura no radica en saber leer, Inglaterra con sus sufragistas (que representan a mujeres que se olvidan del santo deber que las requiere junto al hogar y pierden la delicadeza exquisita de su sexo) no puede representar el progreso, o es antipatriótico considerar que las plazas de toros son un instrumento de barbarie.
En cuanto a los métodos de enseñanza, la nueva pedagogía, impulsada como hemos visto desde la I.L.E., apostaba por una educación primaria mixta, la llamada coeducación. Tras numerosas reticencias, la primera escuela creada bajo estas características es de 1901. Los aspectos relacionados con la higiene escolar son tratados con frecuencia en los manuales pedagógicos y denunciada su escasez desde las Juntas de Instrucción Pública. También es objeto de debate la cuestión de la conveniencia de los exámenes, considerados absurdos porque se obliga a la repetición memorística y resultan una tortura para los alumnos y para los maestros.
De nuevo volveremos a la prensa para exponer unas avanzadas ideas recogidas en Nuevo Mundo (29-VII-1909) sobre cómo debería actuar el maestro rural. Lo primero que debe intentarse es que en España interese la cultura media, paso necesario para una verdadera democracia. Desde ahí el maestro tiene que dejar de ser víctima perpetua de una indigencia económica para convertirse en una activa semilla de la comunidad rural, que despierte el entusiasmo cultural en el niño y en los hogares. Se mostrará partidario de modernizar, conservando las tradiciones que sean válidas. El papel del maestro en el orden social se expone sin tapujos: "Empezará por despertar entre los pequeños el espíritu de una solidaridad sentimental y acabará por iniciar a los adultos en las organizaciones cooperativas y mutualistas". En un artículo de la revista Mundo Gráfico (24-I-1912) se señala que en España no existe lo que en el resto de Europa se conocía como educación al aire libre y que dio lugar a la creación de asociaciones de boy-scouts y se demanda crear jardines de infancia con jardín, bajo el principio: "donde está el maestro está la escuela".

Nuevas ideas

Desde fuera de nuestro país llegaban nuevas ideas al respecto como la preocupación por la limpieza de las aulas y la higiene de los alumnos, la importancia de la luz en el aula o el interés por el horario matutino. Se hace una alabanza del interés por los temas educativos que hay en el extranjero y en general por rodear al niño de un clima de ternura, amor paternal y patriotismo, necesario para crear una raza fuerte. La fortaleza corporal y espiritual se mencionan como fundamentos de la grandeza de la patria. Para lograr esto en el niño habría que afirmar su personalidad a la vez que educarlo en libertad. Se pone énfasis en conocer el funcionamiento de las escuelas rurales en el extranjero, que facilitan la asistencia evitando una distancia excesiva, cuentan con bibliotecas, tierras cultivadas alrededor por los propios alumnos, y son mixtas. En España se piensa que podía alcanzarse un modelo similar creando escuelas incompletas en pueblos muy pequeños y asociando las incompletas de los más grandes para crear una graduada. Otro aspecto a tener muy en cuenta sería la lucha contra la indiferencia de los padres hacia la escolarización de sus hijos.
La exigua dotación de la Primera Enseñanza se debía en gran parte a su dependencia de los presupuestos municipales, aspecto que queda solventado por el Real Decreto de 26 de octubre de 1901, que incorporaba las obligaciones de esta enseñanza al presupuesto del Estado. Bajo los gobiernos liberales, con anterioridad a esa fecha, ya se hicieron intentos de atribuir el pago de los maestros al Estado, a fin de evitar las influencias del caciquismo.
La situación material de las escuelas de nuestra provincia hace que sea necesario pedir subvenciones para obras o construcción de viviendas para los maestros, gastos que las corporaciones no podían satisfacer y que se peticionaban a la Diputación Provincial. Veamos algunos ejemplos:
- El Ayuntamiento de Aldea del Rey solicita del Estado en 1891 una subvención del 30% de los gastos derivados de construir una escuela y casas para los maestros, y pide autorización para vender los bienes de propios para realizar el resto de la inversión.
- El Ayuntamiento de Almodóvar del Campo solicita en 1896 dinero para que se puedan construir dos escuelas de niñas y dos de niños. La Diputación Provincial reclama del Ayuntamiento la inclusión de los presupuestos para las obras.
- El Ayuntamiento de Argamasilla de Calatrava tramita, también en 1896 un expediente de expropiación para construcción de una escuela y se dirige a la Diputación para sugerir que las casas de los maestros sean construidas en el antiguo pósito, para evitar el pago de alquileres a los escasos recursos municipales.
Pese a estas deficiencias, la primera enseñanza tenía lógicamente un carácter obligatorio (el Código Penal castigaba a los padres que no llevasen a las escuelas a sus hijos). El carácter universal y gratuito de la instrucción primaria no será totalmente paralelo al aumento de la frecuentación escolar de los españoles, pues aquí hay que tener en cuenta también los obstáculos por parte de la demanda. Algunas carencias educativas bien pudieron deberse al poco hábito o a la dejadez de asistencia a la escuela, rasgos que dependerán de la procedencia espacial (rural o urbana) y socioeconómica de los alumnos.

Regeneración nacional

El período restauracionista supuso, pese a los problemas señalados, un cierto avance para la enseñanza, que a un ritmo muy lento intenta implicar cada vez a más amplios sectores y emular en lo posible los logros de los países avanzados de Europa, en la dinámica de lo que imponía un camino hacia la regeneración nacional. Se redujeron las escandalosas cifras de analfabetismo (no obstante, en 1918 Ciudad Real seguía siendo la octava provincia española en tasa de analfabetismo). Aunque, salvo caso puntuales, no hubo renovación pedagógica; por ejemplo en la Primera Enseñanza se crearon por Real Orden de 23-XI-1878 los "jardines de la infancia", también una R.O. de 26-VII-1892 se consagraba a fomentar las colonias escolares de vacaciones.
No obstante, hay que llamar la atención sobre el grave estado de la primera enseñanza en nuestra provincia dentro del panorama nacional, si establecemos la relación entre la población en edad escolar y el número de escuelas y la proporción de alumnos por maestro. Hay que tener en cuenta que Ciudad Real era la cuarta provincia española que menos gastaba en educación, bastante menos, desde luego, que la media nacional. Hacinamiento en las escuelas, absentismo escolar e irracionalidad en el gasto son los rasgos señalados por diversos autores sobre la situación de la primera enseñanza en Ciudad Real.

 

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