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Una
nueva mirada a la sociedad madrileña de mediados del siglo XVIII,
sobre un soporte -el pastel- delicado y luminoso, es
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el
fascinante regalo que nos ofrece la muestra dedicada
al veneciano Lorenzo Tiepolo en el Museo del Prado |
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al
menosprecio por la crítica especializada. Nacido en Venecia en
1736, se trasladó a Madrid junto a los otros dos integrantes de
la familia, para pintar al fresco la bóveda del Salón del
Trono del Palacio Real. Aunque su primera intención fue permanecer
en España sólo el tiempo necesario para realizar esta pintura,
tanto él como su padre -Giabattista Tiepolo- nunca volvieron a
Venecia. La
exposición
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monográfica
organizada por el Museo del Prado en colaboración con el Patrimonio
Nacional reúne treinta y un pasteles, dos óleos, una selección
de sus mejores dibujos, todos los grabados conocidos de Lorenzo Tiepolo
y la única plancha de estampación conservada: sesenta y
tres obras en total que revelan a un magnífico pintor, dueño
de una mirada propia y una llamativa sensibilidad.
Tipos
populares
Entre
toda la producción de Lorenzo Tiepolo sobresale sin duda el grupo
de obras que componen la serie "Tipos populares". Se trata de
composiciones extrañas y compactas, en las que existe un número
variable de personajes -entre dos y diez- de muy diversa extracción
social: desde algunos que presentan porte aristocrático a otros
de aspecto rudo y campesino. Parte de estas obras son escenas de mercado
y otras recogen el juego del cortejo en el que mujeres y hombres, muy
próximos entre sí, se intercambian habladoras miradas. Son
representaciones de la vida popular de Madrid, en los años centrales
del siglo XVIII, llenas de sensibilidad y de enorme originalidad: son
encuadres casi cinematográficos que, a pesar de su artificiosidad,
transmiten una poderosa verdad.
Como
el grueso de su producción, esta serie está realizada en
pastel, una técnica que alcanzó gran desarrollo en el siglo
XVIII y que se adecua a la perfección al retrato por su capacidad
para reproducir los detalles y dar luminosidad y sensualidad al conjunto.
Su enorme fragilidad en la manipulación y exposición ha
provocado un uso muy restringido y una escasísima exhibición
de las obras realizadas con pastel.
Andrés
Ubeda, comisario de esta muestra, destacó en su presentación
el carácter excepcional de reunir las obras de particulares e instituciones,
fundamentalmente españolas e italianas, ya que -además de
la fragilidad propia del pastel- el pintor no utilizaba fijadores para
conservar la pintura con estos lápices.
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