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Es importante comenzar afirmando que no existe unanimidad
entre los investigadores y especialistas sobre los límites entre
las funciones del Trabajador Social y la del Educador Social. Esta falta
de consenso es sin duda consecuencia de la irrupción de ambas carreras
en marcos de intervención muy poco dibujados, y donde, tanto unos
como los otros, llevan a cabo una acción social específica
y centrada en la persona.
El trabajo social es, en su significado más general, el conjunto
de actividades y esfuerzos para ofertar y realizar los servicios sociales.
En este sentido el Trabajo Social lo hacen todos los profesionales que
intervienen en la acción social: sociólogos, pedagogos y
antiguos asistentes sociales, incluso los educadores sociales.
Antes de la implantación de la diplomatura de Educación
Social los Departamentos de Ciencias de la Educación habían
organizado postgrados en Educación de Adultos, en Dirección
y Gestión de Servicios personales, Bienestar social y, como especialidad
en II Ciclo de Pedagogía se ofertaba la opción de Pedagogía
social.
El MEC, junto con el Consejo de Universidades, decidieron crear dos nuevas
titulaciones de primer ciclo (diplomatura), con la denominación
de "Trabajo Social" y "Educación Social". La primera
es el resultado de la transformación de los antiguos estudios de
Asistente Social en estudios de trabajadores sociales, siguiendo la expresión
más repetida en EE.UU. y en Europa. La segunda surge como respuesta
a una demanda que trasciende la educación meramente formal y que
no se centra en solucionar los problemas con las diferentes instituciones
de servicios sociales.
La formación inicial del educador social antes de la Ley de Reforma
Universitaria de 1983, se hizo de una forma anárquica, hasta que
las Comunidades Autónomas, a finales de 1980, regularon de alguna
manera estas nuevas profesiones a través de formación de
Monitores, de Directores de Animación Sociocultural y de Pedagogos
del Tiempo Libre. Incluso en determinadas CC.AA. se creó un curso
de FP II que preparaba a los Educadores de Calle.
Hoy en día el Educador social puede trabajar a nivel profesional
como autónomo, asalariado para entidades privadas o como parte
de la plantilla de las administraciones públicas (contratado, interino
o funcionario).
El mundo de la educación social abarca gran variedad de campos
y puede diseñar, hacer seguimiento y evaluar proyectos específicos
de Educación Social. Dentro de la Administración y concretamente
en las prestaciones básicas de los Servicios sociales, puede dar
información, orientación y asesoramiento en un carácter
expresamente educacional.
La Educación Social basa su intervención en la educación
permanente, donde nadie está exento de aprender, sea cual sea su
característica. Apoyándose en este concepto, los profesionales
de la Educación Social intentan aplacar, en la medida de lo posible,
las deficiencias que pueden tener las personas a lo largo de su vida:
apoyo en la vejez, adolescencia, juventud, infancia, familia, parejas,
colonias, internados,...
También puede ser interesante la posibilidad de formación,
promoción y dirección de los voluntarios sociales en las
tareas de carácter pedagógico, pero la actividad más
amplia es el trabajo educativo con excluidos sociales. El educador social
dedicado a estas funciones terapéuticas ha recibido el nombre de
"educador de calle" en muchas comunidades.
Un marco importante es la animación sociocultural, educación
de adultos y, por hacerse fuera del sistema educativo formal, la formación
ocupacional.
Así el educador social puede prevenir, aminorar, ayudar y corregir
muchas de las necesidades sociales, objeto de la acción social
y de los servicios sociales. El educador social no será el único
agente de todas las actividades pero puede aportar un porcentaje valioso
de soluciones gracias a su continuo contacto con la realidad social.
Así pues este tipo de educación está enfocada a un
colectivo con problemas de inadaptación y disfuncionalidad dentro
de nuestra sociedad. Es una tarea imprescindible plantear la educación
teniendo en cuenta que todos pueden aprender y desarrollarse, y, como
ya hemos comentado, hay que aplicar el concepto de Educación Permanente:
nadie está exento de aprender, ya sean deficientes, adultos o personas
con graves deficiencias culturales.
La obligación por parte de la sociedad de tener que seguir un determinado
nivel de vida para ser lo que los medios de comunicación y las
grandes empresas proponen para ser felices, frena la verdadera felicidad
de las personas. Es en los diversos sectores de la población donde
hay que intervenir para cambiar lo que una minoría plantea como
estilo de vida. Así pues, la Educación Social adopta un
enfoque optimista, según la cual es preciso cambiar nuestro ámbito
inmediato de actuación como punto de partida de la transformación
social.
Por todo ello, la Educación Social tiene como objetivo plantear
nuevas estrategias de intervención para que la población
sepa aprovechar los medios de los que dispone para encontrar sus metas
y que tenga una vida más plena y participativa con el resto de
los ciudadanos. La consecuencia evidente de ello es que el aprovechamiento
del tiempo libre y la animación sociocultural van necesariamente
cogidas de la mano.
Pero para ello, se tiene que realizar un exhaustivo estudio de la realidad
social en el que desarrollan sus actividades, pero también es esencial
tener un contacto permanente con las personas con las que se están
intentado intervenir ya que es la misma persona la que puede dar respuesta
específica a las necesidades, no solo de las suyas sino también
de todo un colectivo semejante.
Sólo así y junto a un equipo interdisciplinar de intervención
se podrá llegar a objetivos concretos y la posibilidad de realizar
planes eficaces para la intervención social.
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