Los investigadores creen estar dando pasos hacia delante en la búsqueda de la pastilla que pueda sustituir a la inyección necesaria actualmente para determinados tipos de diabéticos
(Foto: Rafael Martínez)

 
       



Esta enfermedad crónica afecta a millón y medio de españoles, aunque se calcula que podría haber otros tantos enfermos sin diagnosticar

   
Una nueva molécula, derivada de un hongo africano, podría constituir la base para fabricar píldoras de insulina, lo que evitaría los pinchazos que ahora soportan los pacientes y mejoraría notablemente la calidad de vida, en una enfermedad crónica como esta. El hallazgo ha sido realizado por un grupo de investigadores españoles, del Centro de Investigación Básica de España, dirigido por Fernando Peláez
 
   

Madrid. J.M. BARBERA
Aunque es posible que haya que esperar de diez a quince años para que pueda aplicarse en humanos, un grupo de investigadores españoles, dirigidos por el doctor Fernando Peláez, ha descubierto una sustancia que podría sustituir a la insulina. Esta vía de investigación es de vital importancia, puesto que llena de esperanza a los diabéticos tipo 1 -insulinodependientes-, que ya no tendrían que recurrir a los molestos pinchazos para combatir su enfermedad: una píldora, probablemente antes de cada comida, bastaría.
De los casi 140 millones de diabéticos que existen en el mundo, un millón y medio, aproximadamente, pertenecen a España. Sin embargo, como señala el presidente de la Sociedad Española de Diabetes, doctor José Luis Herrera Pombo, sólo el 10% de éstos -unos 150.000- son diabéticos que dependen de la insulina -insulinodependientes- "aunque yo prefiero denominarles diabéticos tipo 1, puesto que, en cierto modo, cualquier diabético tiene problemas con esta hormona: si la enfermedad metabólica se caracteriza porque existe un déficit en la producción de la hormona por parte del páncreas, entonces se denomina tipo 1, debutando en la infancia o juventud, y si la resultante es que los tejidos se hacen resistentes a su acción -resistencia a la insulina- entonces se denomina tipo 2, y suele manifestarse a partir de los 40 años".
Los pacientes del primer grupo necesitan inyectarse insulina siempre, mientras los del segundo a veces se controlan con pastillas, porque muchos de ellos también necesitan ciertas dosis de insulina.

Hongo africano

La sustancia descubierta ahora es un derivado de un hongo, de origen africano, que Peláez y su grupo descubrieron mientras analizaban una amplia muestra de productos naturales. Estos estaban siendo rastreados por la compañía farmacéutica Merck Sharp y Dome.
El programa, que ha concluido con este descubrimiento, comenzó en 1995, cuando la investigadora norteamericana, Bei Zhang, de Merck y Co -casa matriz de MSD en EE.UU-, pide al Centro de Investigación Básica de España (CIBE), un centro investigador privado que depende de los fondos de este laboratorio- que le ayude en la búsqueda de una sustancia mimética a la insulina entre más de 130.000 compuestos.
Un año después, y tras analizar 39.000 muestras, el grupo formado por Fernando Peláez, María Teresa Díez , Inmaculada Royo y Dolores Vilella, encuentran una sustancia que, aunque de actividad débil, cumple con los requisitos de la investigadora norteamericana, quien recibe las muestras en EEUU y comienza a purificarla y a trabajar con ella.

Nueva molécula.

Es así como se ha encontrado una nueva molécula de la familia de las quinonas -su nombre en clave para evitar plagios es L-738,281-, que ha demostrado en ratones no sólo sustituir las funciones de la insulina, sino que también estimula la respuesta a la glucosa a través de los músculos y las células de grasa.
Hasta ahora, todos los intentos para encontrar una píldora que transportara la insulina necesitada por el organismo de los diabéticos para sobrevivir habían sido en vano, puesto que los jugos gástricos del estómago las destruían y nunca llegaban a la sangre. "Sin embargo, el nuevo compuesto encontrado sí que se absorbe de forma oral y muestra un modo de actuación parecido a la hormona natural", señala Fernando Peláez.

Glucosa regulada

La insulina, hormona producida por el páncreas, es la que se encarga de regular la acción de las proteínas, grasa y, sobre todo, hidratos de carbonos que ingerimos con los alimentos. Estos principios inmediatos son transformados por el aparato digestivo en glucosa, el azúcar más simple, para que de esta forma puedan pasar a la sangre.
Una vez allí, el torrente sanguíneo transporta esta glucosa hasta los músculos y/o las células de grasa, para que sean utilizadas como energía.
Cuando la persona desarrolla una diabetes, la producción de insulina por parte de las células pancreáticas se trastoca de diversos modos, dando lugar a un tipo u otro de enfermedad.
Como subraya el doctor Herrera Pombo, "si la insulina no actúa como debiera, la glucosa queda en la sangre sin rumbo fijo, y provoca que músculos y células no reciban la energía necesaria, o daños de distinta gravedad, que afectan a riñón, corazón, vista...
En todo caso, la anomalía puede estar en el páncreas, por que este no genera suficiente insulina, o ser consecuencia de una insensibilidad de los tejidos a la acción de su propia insulina, conocida como resistencia a la insulina. Esta es como una especie de rechazo, por lo que algunos expertos la consideran una enfermedad autoinmune.

Circunstancia curiosa

"En esta diabetes tipo 2", explica el doctor Herrera Pombo, de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, "se da la curiosa circunstancia de la llamada hiperinsulinemia -exceso de insulina en sangre-, puesto que cuando los tejidos no reciben la glucosa que necesitan, el páncreas intenta compensar la situación produciendo más insulina, aunque el no sabe que será insuficiente.
Por otro lado, es importante señalar que sólo la mitad de los diabéticos que existen en España están diagnosticados, y por eso los expertos recomiendan hacer las comprobaciones necesarias cuando se detecten síntomas sospechosos.
Según la última clasificación internacional, se considera diabético a la persona que tiene cifras de glucosa en sangre superiores a 126 mg/dl en ayunas o por encima de 200 mg/dl en cualquier toma al azar realizada durante cualquier momento del día. Los síntomas son orinar demasiado (poliuria), exceso de apetito (polifagia), exceso de sed (polidipsia), cansancio y adelgazamiento.
Por último, señalar que aparte de la dieta, en el tratamiento de la diabetes tipo 2 -esta sí se trata con pastillas- también puede haber novedades, puesto que otro laboratorio, Smithkline Beecham, va a comercializar una nueva molécula derivada de los glitazoles. Este fármaco actúa elevando la sensibilidad de los tejidos a la insulina y, por tanto, según los expertos, ejerce su acción beneficiosa de forma más fisiológica. En todo caso, ambos descubrimientos, esté último mucho más avanzado en el tiempo, aún no tienen fecha de comercialización y, en ningún caso, curan la diabetes, objetivo final en el que están trabajando muchos grupos de investigación en el mundo.

 
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