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Madrid.
J.M. BARBERA
Aunque es posible que haya que esperar de diez a quince años para
que pueda aplicarse en humanos, un grupo de investigadores españoles,
dirigidos por el doctor Fernando Peláez, ha descubierto una sustancia
que podría sustituir a la insulina. Esta vía de investigación
es de vital importancia, puesto que llena de esperanza a los diabéticos
tipo 1 -insulinodependientes-, que ya no tendrían que recurrir
a los molestos pinchazos para combatir su enfermedad: una píldora,
probablemente antes de cada comida, bastaría.
De los casi 140 millones de diabéticos que existen en el mundo,
un millón y medio, aproximadamente, pertenecen a España.
Sin embargo, como señala el presidente de la Sociedad Española
de Diabetes, doctor José Luis Herrera Pombo, sólo el 10%
de éstos -unos 150.000- son diabéticos que dependen de la
insulina -insulinodependientes- "aunque yo prefiero denominarles
diabéticos tipo 1, puesto que, en cierto modo, cualquier diabético
tiene problemas con esta hormona: si la enfermedad metabólica se
caracteriza porque existe un déficit en la producción de
la hormona por parte del páncreas, entonces se denomina tipo 1,
debutando en la infancia o juventud, y si la resultante es que los tejidos
se hacen resistentes a su acción -resistencia a la insulina- entonces
se denomina tipo 2, y suele manifestarse a partir de los 40 años".
Los pacientes del primer grupo necesitan inyectarse insulina siempre,
mientras los del segundo a veces se controlan con pastillas, porque muchos
de ellos también necesitan ciertas dosis de insulina.
Hongo
africano
La
sustancia descubierta ahora es un derivado de un hongo, de origen africano,
que Peláez y su grupo descubrieron mientras analizaban una amplia
muestra de productos naturales. Estos estaban siendo rastreados por la
compañía farmacéutica Merck Sharp y Dome.
El programa, que ha concluido con este descubrimiento, comenzó
en 1995, cuando la investigadora norteamericana, Bei Zhang, de Merck y
Co -casa matriz de MSD en EE.UU-, pide al Centro de Investigación
Básica de España (CIBE), un centro investigador privado
que depende de los fondos de este laboratorio- que le ayude en la búsqueda
de una sustancia mimética a la insulina entre más de 130.000
compuestos.
Un año después, y tras analizar 39.000 muestras, el grupo
formado por Fernando Peláez, María Teresa Díez ,
Inmaculada Royo y Dolores Vilella, encuentran una sustancia que, aunque
de actividad débil, cumple con los requisitos de la investigadora
norteamericana, quien recibe las muestras en EEUU y comienza a purificarla
y a trabajar con ella.
Nueva
molécula.
Es
así como se ha encontrado una nueva molécula de la familia
de las quinonas -su nombre en clave para evitar plagios es L-738,281-,
que ha demostrado en ratones no sólo sustituir las funciones de
la insulina, sino que también estimula la respuesta a la glucosa
a través de los músculos y las células de grasa.
Hasta ahora, todos los intentos para encontrar una píldora que
transportara la insulina necesitada por el organismo de los diabéticos
para sobrevivir habían sido en vano, puesto que los jugos gástricos
del estómago las destruían y nunca llegaban a la sangre.
"Sin embargo, el nuevo compuesto encontrado sí que se absorbe
de forma oral y muestra un modo de actuación parecido a la hormona
natural", señala Fernando Peláez.
Glucosa
regulada
La
insulina, hormona producida por el páncreas, es la que se encarga
de regular la acción de las proteínas, grasa y, sobre todo,
hidratos de carbonos que ingerimos con los alimentos. Estos principios
inmediatos son transformados por el aparato digestivo en glucosa, el azúcar
más simple, para que de esta forma puedan pasar a la sangre.
Una vez allí, el torrente sanguíneo transporta esta glucosa
hasta los músculos y/o las células de grasa, para que sean
utilizadas como energía.
Cuando la persona desarrolla una diabetes, la producción de insulina
por parte de las células pancreáticas se trastoca de diversos
modos, dando lugar a un tipo u otro de enfermedad.
Como subraya el doctor Herrera Pombo, "si la insulina no actúa
como debiera, la glucosa queda en la sangre sin rumbo fijo, y provoca
que músculos y células no reciban la energía necesaria,
o daños de distinta gravedad, que afectan a riñón,
corazón, vista...
En todo caso, la anomalía puede estar en el páncreas, por
que este no genera suficiente insulina, o ser consecuencia de una insensibilidad
de los tejidos a la acción de su propia insulina, conocida como
resistencia a la insulina. Esta es como una especie de rechazo, por lo
que algunos expertos la consideran una enfermedad autoinmune.
Circunstancia
curiosa
"En
esta diabetes tipo 2", explica el doctor Herrera Pombo, de la Fundación
Jiménez Díaz de Madrid, "se da la curiosa circunstancia
de la llamada hiperinsulinemia -exceso de insulina en sangre-, puesto
que cuando los tejidos no reciben la glucosa que necesitan, el páncreas
intenta compensar la situación produciendo más insulina,
aunque el no sabe que será insuficiente.
Por otro lado, es importante señalar que sólo la mitad de
los diabéticos que existen en España están diagnosticados,
y por eso los expertos recomiendan hacer las comprobaciones necesarias
cuando se detecten síntomas sospechosos.
Según la última clasificación internacional, se considera
diabético a la persona que tiene cifras de glucosa en sangre superiores
a 126 mg/dl en ayunas o por encima de 200 mg/dl en cualquier toma al azar
realizada durante cualquier momento del día. Los síntomas
son orinar demasiado (poliuria), exceso de apetito (polifagia), exceso
de sed (polidipsia), cansancio y adelgazamiento.
Por último, señalar que aparte de la dieta, en el tratamiento
de la diabetes tipo 2 -esta sí se trata con pastillas- también
puede haber novedades, puesto que otro laboratorio, Smithkline Beecham,
va a comercializar una nueva molécula derivada de los glitazoles.
Este fármaco actúa elevando la sensibilidad de los tejidos
a la insulina y, por tanto, según los expertos, ejerce su acción
beneficiosa de forma más fisiológica. En todo caso, ambos
descubrimientos, esté último mucho más avanzado en
el tiempo, aún no tienen fecha de comercialización y, en
ningún caso, curan la diabetes, objetivo final en el que están
trabajando muchos grupos de investigación en el mundo.
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