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FRANCESC
PEDRÓ
En
algunas regiones francesas se arrastra desde hace años una situación
de confrontación entre los intereses de la República y los
del mantenimiento de la lengua y la cultura regionales. Este es por ejemplo
el caso de la Bretaña. Un siglo atrás, los profesores republicanos
prohibían a los niños bretones "escupir y hablar en lengua
bretona". Hoy en día, en multitud de clases bilingües, los alumnos
aprenden a leer y escribir en francés y en bretón. Estas clases
fueron creadas principios de los años 80, por iniciativa de una asociación
de padres, div yezh (dos lenguas). Estas clases, existentes en centros
públicos, acogen hoy a unos 1.600 alumnos y la demanda de las familias
no para de crecer.
Junto
a estas clases públicas, los centros de enseñanza privada
confesional escolarizan también en clases bilingües a algo
más de 1.000 alumnos. Pero la iniciativa más significativa
es la de Diwan, donde la enseñanza se imparte completamente en
lengua bretona hasta el fin de la Enseñanza Primaria. Allí
se habla desde hace tres años de la creación de un instituto
de Enseñanza Secundaria (lycée) dónde pueda
cursarse toda la enseñanza en lengua bretona. Este instituto cuenta
con un gran apoyo de la población, pero al fin y al cabo es sólo
un proyecto. El principal animador de esta iniciativa, Christian Troadec,
pasaría por ser un soñador si no fuera porque, hace ya diez
años, tuvo la idea de crear un festival de música en la
ciudad de Carhaix, capital del Poher, una región que poco a poco
se está despoblando. La primera edición del Festival de
los Viejos Carruajes llegó a reunir unos 500 espectadores. Pero
la edición del pasado año ya atrajo a unos 100.000. La asociación
que gestiona este festival, y de la cual él es el presidente, emplea
hoy a cuatro trabajadores. "Queremos hacer todo lo posible para que los
jóvenes se queden en esta región. Es por esta razón
que hemos creado el festival y también es por ello que ahora hemos
lanzado la iniciativa de un polo tecnológico. No tenemos tiempo
que perder".
Polo
tecnológico
La
iniciativa del polo tecnológico consiste en agrupar, tomando como
epicentro el futuro instituto de Enseñanza Secundaria, un conjunto
de ofertas culturales y tecnológicas que giran alrededor de la
lengua bretona: una mediateca especializada en la lengua y la cultura
bretonas; una oficina lingüística; un centro de formación
sobre los medios audiovisuales, también en lengua bretona; una
asociación dedicada a la conservación de la obra de la gran
poetisa de la región, Anjela Duval,... y, puestos a sugerir, también
una universidad en lengua bretona. Se trata de ofrecer incentivos para
que la nueva generación de bretones pueda compaginar su cultura
y lengua tradicionales con su creciente interés por las nuevas
tecnologías: "tecnología, sí, pero para quien es
partidario de la legitimidad de conocer la propia historia de su país,
su lengua, y que no tiene vergüenza de vivir abiertamente su identidad".
El
futuro instituto de Enseñanza Secundaria debería de instalarse
en los tres edificios que actualmente albergan a un centenar de jubilados.
En estos tres edificios los futuros 90 estudiantes del instituto, cuyo
germen es una escuela cooperativa en lengua bretona, deberían poder
instalarse en el próximo mes de septiembre, después de tres
años de incertidumbre. Pero, lo cierto es que desde hace un mes
la certeza ha dejado paso a una verdadera inquietud: el prefecto de la
región anunció el pasado 19 de marzo su intención
de recurrir la decisión del Consejo Regional de conceder una subvención
a esta escuela cooperativa para conseguir la implantación de su
instituto de Enseñanza Secundaria en la localidad de Carhaix. El
recurso se fundamenta en el hecho de que la subvención acordada
por el Consejo Regional supera con mucho el 10% que, como máximo,
la ley permite conceder a una escuela privada. Que se trate de una cooperativa
no es, en este sentido, relevante.
Esta
acción emprendida por el prefecto, que es el representante del
Estado en la región, ha tenido el efecto de una bomba. El prefecto
ha tenido que repetir hasta la saciedad que él no tiene nada, particularmente,
en contra del proyecto de instituto, pero que no hace otra cosa que aplicar
la ley vigente, la ley Falloux. Son muchas las voces que, en cambio, lo
han interpretado como un ataque directo a la recuperación de la
lengua bretona. Las manifestaciones en apoyo del proyecto no han cesado
de llegar. Para empezar, el presidente de la región perteneciente
al partido RPR, que se encuentra actualmente en la oposición, ha
recordado que el Consejo Regional "tiene el deber de aportar su apoyo
a las acciones que contribuyen al desarrollo de la lengua bretona". Pero
el jefe de filas de los socialistas bretones tampoco ha hecho esperar
su respuesta: ha conseguido recoger las firmas de todos los cargos electos
de su partido en la región bajo un texto en favor de la asociación.
Una semana más tarde, más de 5.000 personas se manifestaban
en la calle en favor del proyecto.
Desde
hace un mes una gran Gwenn ha du (la bandera bretona) ondea en
la fachada del ayuntamiento de Carhaix. El alcalde de esta ciudad de 8.000
habitantes ha decidido acoger el comité de crisis creado para encontrar
una solución a la viabilidad del proyecto. Para él, la implantación
del instituto en la ciudad es una gran noticia "porque representa una
oportunidad para el centro de la Bretaña, que se encuentra en proceso
de desertización. Esta ciudad debería transformarse en un
lugar donde se ejerce la capitalidad de la vida cultural bretona". El
alcalde ha recibido garantías del Consejo Regional de que la subvención
se mantiene, teniendo en cuenta que el recurso planteado por el prefecto
ante el tribunal administrativo no puede suspender la medida tomada, y
las obras para convertir la residencia de jubilados en un instituto ya
han empezado. De todas formas, el veredicto del tribunal administrativo
no llegará, probablemente, antes de uno o dos años y para
entonces la implantación del instituto difícilmente podrá
ser echada atrás.
Equilibrio
y paz escolar
Actualmente
hay en Bretaña más de 2.500 alumnos que siguen su escolaridad
en centros de enseñanza preescolar, escuelas primarias y centros
de enseñanza secundaria obligatoria totalmente en lengua bretona.
La mayoría de estas instituciones pertenecen a la asociación
que ahora dirige el proyecto del instituto. Pero para algunos representantes
de partidos de la izquierda y para las autoridades estatales, el mayor
riesgo de mantener esta iniciativa consiste en la posibilidad de que ponga
en crisis el difícil equilibrio entre enseñanza pública
y enseñanza privada y, por lo tanto, la denominada paz escolar.
Por esta razón han sugerido posibilidades alternativas como, por
ejemplo, que el nuevo instituto se instale dentro de los mismos locales
que el instituto público que ya existe en la ciudad. Pero la mezcla
entre alumnos bretones y francófonos sería contraria a los
principios preconizados por la asociación propietaria. Evidentemente,
la firma de la Carta Europea de las lenguas regionales o minoritarias,
por lo menos en apariencia, puede significar un balón de oxígeno
para esta asociación, puesto que tanto política como simbólicamente
sería muy difícil que se hubiera firmado la Carta Europea
y se dejara sin resolver el problema creado por el instituto en la Bretaña.
En el fondo, la firma de la Carta Europea obliga al Estado francés
a entrar en una fase de políticas activas de promoción de
las lenguas y de las culturas regionales. Y, ante esta perspectiva, los
partidarios del renacer de la lengua bretona recuerdan que lo razonable
sería conseguir, más tarde o más temprano, recuperar
el nivel de bilingüismo que existía en la región en
los años veinte.
La
firma, por parte del Estado francés, de la Carta Europea de las
Lenguas Regionales o minoritarias ha sido el resultado de un largo proceso,
no exento de avatares. La firma se ha hecho coincidir con el 50 aniversario
del Consejo de Europa, el organismo internacional en cuyo seno se redactó
esta Carta. Para llegar a firmar, se ha hecho necesario recabar varios
informes hasta tener la certeza, avalada por especialistas en derecho
constitucional, que la firma de esta Carta Europea no contravendría
los principios en los que se sustenta la Constitución de la República
francesa. Finalmente, los especialistas han dictaminado que no es así,
pero el precedente de un dictamen del Consejo de Estado, en otoño
de 1996, que concluía precisamente lo contrario, es decir que el
texto europeo no era compatible con la Constitución, planeará
en los próximos meses sobre cualquier intento de desarrollar políticas
lingüísticas diferenciales en aquellas regiones donde existe
una identidad cultural propia, no francófona.
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