El ejemplo
de Bretaña ilustra las dificultades aún existentes para la implantación real del bilingüismo en el sistema educativo
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La Carta Europea de las Lenguas Regionales, firmada por el Estado francés, y la compatibilidad
o no de sus contenidos con la Constitución gala centran en la actualidad los debates sobre el desarrollo de políticas lingüísticas diferenciales en Francia. (Foto: Rafael Martínez).
El Estado francés acaba de firmar la Carta Europea de las Lenguas Regionales, un documento que le obliga a iniciar un proceso de reconocimiento de las lenguas vernáculas en el sistema escolar. Pero se trata de un proceso todavía limitado puesto que no se firmaron todos los artículos de dicha
Carta Europea, en atención a su previsible inconstitucionalidad
.

FRANCESC PEDRÓ
En algunas regiones francesas se arrastra desde hace años una situación de confrontación entre los intereses de la República y los del mantenimiento de la lengua y la cultura regionales. Este es por ejemplo el caso de la Bretaña. Un siglo atrás, los profesores republicanos prohibían a los niños bretones "escupir y hablar en lengua bretona". Hoy en día, en multitud de clases bilingües, los alumnos aprenden a leer y escribir en francés y en bretón. Estas clases fueron creadas principios de los años 80, por iniciativa de una asociación de padres, div yezh (dos lenguas). Estas clases, existentes en centros públicos, acogen hoy a unos 1.600 alumnos y la demanda de las familias no para de crecer.

Junto a estas clases públicas, los centros de enseñanza privada confesional escolarizan también en clases bilingües a algo más de 1.000 alumnos. Pero la iniciativa más significativa es la de Diwan, donde la enseñanza se imparte completamente en lengua bretona hasta el fin de la Enseñanza Primaria. Allí se habla desde hace tres años de la creación de un instituto de Enseñanza Secundaria (lycée) dónde pueda cursarse toda la enseñanza en lengua bretona. Este instituto cuenta con un gran apoyo de la población, pero al fin y al cabo es sólo un proyecto. El principal animador de esta iniciativa, Christian Troadec, pasaría por ser un soñador si no fuera porque, hace ya diez años, tuvo la idea de crear un festival de música en la ciudad de Carhaix, capital del Poher, una región que poco a poco se está despoblando. La primera edición del Festival de los Viejos Carruajes llegó a reunir unos 500 espectadores. Pero la edición del pasado año ya atrajo a unos 100.000. La asociación que gestiona este festival, y de la cual él es el presidente, emplea hoy a cuatro trabajadores. "Queremos hacer todo lo posible para que los jóvenes se queden en esta región. Es por esta razón que hemos creado el festival y también es por ello que ahora hemos lanzado la iniciativa de un polo tecnológico. No tenemos tiempo que perder".

Polo tecnológico

La iniciativa del polo tecnológico consiste en agrupar, tomando como epicentro el futuro instituto de Enseñanza Secundaria, un conjunto de ofertas culturales y tecnológicas que giran alrededor de la lengua bretona: una mediateca especializada en la lengua y la cultura bretonas; una oficina lingüística; un centro de formación sobre los medios audiovisuales, también en lengua bretona; una asociación dedicada a la conservación de la obra de la gran poetisa de la región, Anjela Duval,... y, puestos a sugerir, también una universidad en lengua bretona. Se trata de ofrecer incentivos para que la nueva generación de bretones pueda compaginar su cultura y lengua tradicionales con su creciente interés por las nuevas tecnologías: "tecnología, sí, pero para quien es partidario de la legitimidad de conocer la propia historia de su país, su lengua, y que no tiene vergüenza de vivir abiertamente su identidad".

El futuro instituto de Enseñanza Secundaria debería de instalarse en los tres edificios que actualmente albergan a un centenar de jubilados. En estos tres edificios los futuros 90 estudiantes del instituto, cuyo germen es una escuela cooperativa en lengua bretona, deberían poder instalarse en el próximo mes de septiembre, después de tres años de incertidumbre. Pero, lo cierto es que desde hace un mes la certeza ha dejado paso a una verdadera inquietud: el prefecto de la región anunció el pasado 19 de marzo su intención de recurrir la decisión del Consejo Regional de conceder una subvención a esta escuela cooperativa para conseguir la implantación de su instituto de Enseñanza Secundaria en la localidad de Carhaix. El recurso se fundamenta en el hecho de que la subvención acordada por el Consejo Regional supera con mucho el 10% que, como máximo, la ley permite conceder a una escuela privada. Que se trate de una cooperativa no es, en este sentido, relevante.

Esta acción emprendida por el prefecto, que es el representante del Estado en la región, ha tenido el efecto de una bomba. El prefecto ha tenido que repetir hasta la saciedad que él no tiene nada, particularmente, en contra del proyecto de instituto, pero que no hace otra cosa que aplicar la ley vigente, la ley Falloux. Son muchas las voces que, en cambio, lo han interpretado como un ataque directo a la recuperación de la lengua bretona. Las manifestaciones en apoyo del proyecto no han cesado de llegar. Para empezar, el presidente de la región perteneciente al partido RPR, que se encuentra actualmente en la oposición, ha recordado que el Consejo Regional "tiene el deber de aportar su apoyo a las acciones que contribuyen al desarrollo de la lengua bretona". Pero el jefe de filas de los socialistas bretones tampoco ha hecho esperar su respuesta: ha conseguido recoger las firmas de todos los cargos electos de su partido en la región bajo un texto en favor de la asociación. Una semana más tarde, más de 5.000 personas se manifestaban en la calle en favor del proyecto.

Desde hace un mes una gran Gwenn ha du (la bandera bretona) ondea en la fachada del ayuntamiento de Carhaix. El alcalde de esta ciudad de 8.000 habitantes ha decidido acoger el comité de crisis creado para encontrar una solución a la viabilidad del proyecto. Para él, la implantación del instituto en la ciudad es una gran noticia "porque representa una oportunidad para el centro de la Bretaña, que se encuentra en proceso de desertización. Esta ciudad debería transformarse en un lugar donde se ejerce la capitalidad de la vida cultural bretona". El alcalde ha recibido garantías del Consejo Regional de que la subvención se mantiene, teniendo en cuenta que el recurso planteado por el prefecto ante el tribunal administrativo no puede suspender la medida tomada, y las obras para convertir la residencia de jubilados en un instituto ya han empezado. De todas formas, el veredicto del tribunal administrativo no llegará, probablemente, antes de uno o dos años y para entonces la implantación del instituto difícilmente podrá ser echada atrás.

Equilibrio y paz escolar

Actualmente hay en Bretaña más de 2.500 alumnos que siguen su escolaridad en centros de enseñanza preescolar, escuelas primarias y centros de enseñanza secundaria obligatoria totalmente en lengua bretona. La mayoría de estas instituciones pertenecen a la asociación que ahora dirige el proyecto del instituto. Pero para algunos representantes de partidos de la izquierda y para las autoridades estatales, el mayor riesgo de mantener esta iniciativa consiste en la posibilidad de que ponga en crisis el difícil equilibrio entre enseñanza pública y enseñanza privada y, por lo tanto, la denominada paz escolar. Por esta razón han sugerido posibilidades alternativas como, por ejemplo, que el nuevo instituto se instale dentro de los mismos locales que el instituto público que ya existe en la ciudad. Pero la mezcla entre alumnos bretones y francófonos sería contraria a los principios preconizados por la asociación propietaria. Evidentemente, la firma de la Carta Europea de las lenguas regionales o minoritarias, por lo menos en apariencia, puede significar un balón de oxígeno para esta asociación, puesto que tanto política como simbólicamente sería muy difícil que se hubiera firmado la Carta Europea y se dejara sin resolver el problema creado por el instituto en la Bretaña. En el fondo, la firma de la Carta Europea obliga al Estado francés a entrar en una fase de políticas activas de promoción de las lenguas y de las culturas regionales. Y, ante esta perspectiva, los partidarios del renacer de la lengua bretona recuerdan que lo razonable sería conseguir, más tarde o más temprano, recuperar el nivel de bilingüismo que existía en la región en los años veinte.

La firma, por parte del Estado francés, de la Carta Europea de las Lenguas Regionales o minoritarias ha sido el resultado de un largo proceso, no exento de avatares. La firma se ha hecho coincidir con el 50 aniversario del Consejo de Europa, el organismo internacional en cuyo seno se redactó esta Carta. Para llegar a firmar, se ha hecho necesario recabar varios informes hasta tener la certeza, avalada por especialistas en derecho constitucional, que la firma de esta Carta Europea no contravendría los principios en los que se sustenta la Constitución de la República francesa. Finalmente, los especialistas han dictaminado que no es así, pero el precedente de un dictamen del Consejo de Estado, en otoño de 1996, que concluía precisamente lo contrario, es decir que el texto europeo no era compatible con la Constitución, planeará en los próximos meses sobre cualquier intento de desarrollar políticas lingüísticas diferenciales en aquellas regiones donde existe una identidad cultural propia, no francófona.

 

Esta información ha sido elaborada con la
colaboración del grupo de investigación en política educativa de la Universidad Pompeu i Fabra

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