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Madrid.
JUAN CARLOS SORIANO
El
autor de Yo el Supremo ha propuesto a los rectores universitarios
de diferentes países la creación de una Unión Mundial
de Rectores para que actúe como contrapoder de paz y dignidad humana:
"Esa entidad redundaría enormemente en la paz mundial y el
crecimiento intelectual de la juventud. Creo mucho en su arbitraje y presión
moral contra las fuerzas bastardas que han dominado el mundo y lo han
llenado de violencia."
Roa
Bastos no pertenece a esa grey de intelectuales que tranquilizan la conciencia
firmando manifiestos. Él se implica de forma directa en batallas
que considera justas y ha aprovechado su viaje a España para pedirle
a Baltasar Garzón que procese al ex-dictador de Paraguay Alfredo
Stroessner, refugiado actualmente en Brasilia: "El 15 de abril, el
doctor Martín Almada, que fue quien descubrió los archivos
de la Operación Cóndor, entregó al juez documentos
completísimos sobre cincuenta casos de tortura y muerte, para que
actúe contra él como ha hecho con Pinochet y los militares
de la Junta Argentina. Lamentablemente, ese día me encontré
indispuesto y no pude acompañar al doctor Almada, como hubiera
sido mi deseo, pero Garzón sabe que apoyo el procesamiento de Stroessner."
Otra
de las luchas del escritor, tan antigua como la de la justicia, es contra
el analfabetismo, que en las zonas rurales de Paraguay alcanza cotas muy
elevadas. Con el dinero del Premio Cervantes creó una Fundación
destinada a fomentar la lectura en su país: "Incluso en las
sociedades avanzadas, he descubierto que los hispanoamericanos no sabemos
leer. Hay fuerzas muy poderosas de la comunicación que dejan atrás
el ejercicio irremplazable de la lectura, y ya no se usa como vía
de conocimiento. La cultura de la imagen copa a los jóvenes; es
difícil hacerles leer. Yo, sin embargo, creo que el libro sobrevivirá
a esa agresión."
El
exilio y la Biblia
Roa
Bastos pretende concienciar también a la sociedad contra la destrucción
de la selva amazónica, que cubre una vasta extensión de
Paraguay: "La situación es tan grave que hasta el Vaticano
ha pedido la salvación de ese ecosistema. Se talan árboles
a destajo y pasan de contrabando a Brasil. En ese negocio andan metidos
militares de mi país. De las cuatrocientas diecisiete maderas preciosas
que teníamos, como el sándalo, hoy no queda ninguna. Cuando
llegó Bonpland, en tiempos del dictador Francia, encontró
doce mil especies botánicas. Escribió una carta a una aristócrata
francesa donde le decía que el Paraguay era el cielo de las plantas
y la marquesa le contestó: Deberá ser el cielo de las
plantas, pero es el infierno de los hombres."
Autocrítico
y perfeccionista (hasta el punto de quemar el primer manuscrito de El
fiscal "no para imitar a los inquisidores, sino porque estaba
en desacuerdo con lo que había escrito") Roa Bastos trabaja
en una nueva novela, cuyo título provisional es Un país
detrás de la lluvia. "La he concebido como la negación
de esa condena bíblica que sufren los exiliados, los hijos pródigos,
que no llegan nunca al hogar paterno. Yo invierto tal afirmación
de la Biblia y ese hombre, que ha venido persiguiendo su país detrás
de las neblinas, de las lluvias, de las tormentas del mundo, encuentra
su hogar. Allí descubre a una niñita de corta edad, la verdadera
protagonista del relato, que afirma la ley de la vida. Porque yo creo
en las leyes de la vida por encima de las de la muerte. El mundo sobrevive
siempre y renace como el Ave Fénix."
Las
mujeres, protagonistas de la Historia
Roa
Bastos siempre consulta a las mujeres de su entorno antes de entregar
una obra a la imprenta, "porque tienen un instinto más fino"
Buena parte de su exilio transcurrió en Francia. Durante 22 años
fue profesor asociado de la Universidad de Toulouse, en la que fundó
una cátedra de guaraní. Ahora, jubilado, piensa instalarse
por temporadas en Alcalá de Henares, "para impartir a los
universitarios cursos especiales que complementen sus programa lectivos.
Quiero incidir en temas como la lectura y la capacidad creativa."
A
buen seguro que les hablará también de Paraguay, en torno
al que gira la mayor parte de su obra. "El mío es un país
misterioso y enigmático. Se han descubierto cavernas, con presuntas
inscripciones vikingas, que desmontarían la versión de que
Colón fue el primer europeo en llegar a América. Puede que
se trate de una superchería, o quizá sean hechos reales,
porque en el Paraguay hemos tenido tanta persona improvisada que nos dio
por fabular. La gente se inventa historias. Yo mismo lo hago cuando escribo...
Pero es, también, un país condenado a la destrucción,
al que siempre han salvado las mujeres. Se han convertido en protagonistas
absolutas de su historia y de su literatura. Si echa un vistazo a los
últimos cincuenta años, verá que no ha surgido ni
un solo poeta varón. Yo, a estas alturas, creo más en la
mujer que en el hombre. Desde que nace, la mujer se convierte en dadora
de vida".
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La justicia y la
lucha contra
el analfabe- tismo y la destrucción del medio ambiente son causas
a las que Roa Bastos ha entregado gran parte de su vida.
(Foto: Rafel Martínez)
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