Teatro en las aulas

Un instituto de Valladolid fomenta el desarrollo artístico
y humano de sus alumnos.
  El aula de teatro del centro vallisoletano de Educación Secundaria "Núñez de Arce" constituye un punto de referencia obligado en este instituto. El desarrollo artístico y humano de los alumnos centra una labor desarrollada por profesionales del arte dramático a través de técnicas de grupo, expresión corporal, improvisaciones y textos dramáticos, para fomentar las relaciones personales entre los estudiantes y los hábitos de trabajo en grupo.
Los ejercicios corporales, pantomimas, coreografías y danzas sobre textos teatrales sirven para preparar los montajes de las obras que se representarán a finales del curso, y también para potenciar la sensibilidad de los alumnos. (Fotos: O. García)  
   
 

Valladolid. Orlando García
El teatro constituye una de las actividades que más promueven la expresividad y el conocimiento del propio cuerpo. En el instituto "Núñez de Arce" han decidido aprovechar a fondo las posibilidades didácticas y educativas que este arte conlleva. La responsable de impartir las clases de teatro, Mercedes Asenjo, y el profesor Javier Esteban se encargan de propiciar que los alumnos tomen interés por el hecho teatral y adquieran los conocimientos necesarios para poder gozar desde la propia experiencia y con sentido crítico del arte escénico.
Su labor consiste fundamentalmente en incrementar su motivación y en dotar de la técnica indispensable para convertir a estos jóvenes en buenos espectadores y en público sensible con el fin de que este trabajo se vaya sumando al interés inicial que ya de por sí muestran hacia la actuación teatral.
Mercedes argumenta que la edad de estos alumnos les sitúa en una etapa de sus vidas marcada por la búsqueda de una personalidad propia, de una forma de estar en el mundo y, en algunos casos, por la necesidad imperiosa de aceptarse a sí mismos y saber convivir con el cuerpo que poseen. Por esta razón, el objetivo del aula de teatro del "Núñez de Arce" cuenta con dos facetas, la artística y la personal.

 

 

  Enseñanza expresiva

La realización de una enseñanza puramente expresiva permite observar cambios en los alumnos que, en ocasiones, sorprenden por constituir generalmente esta faceta humana una de las potencialidades menos trabajadas y aplicadas en los centros educativos.
"Es muy gratificante ver cómo los chicos evolucionan personalmente, cómo superan sus problemas de inseguridad, de relaciones personales, de aceptación de su físico, cómo aprenden a utilizar su cuerpo, cómo sus brazos poco a poco pierden rigidez, sus manos ganan en expresividad y su expresión vocal se va poblando de matices", apunta Mercedes.
Esta orientación general del aula se ve complementada con otros objetivos no menos importantes y que dotan a esta actividad de una riqueza considerable. Así, los jóvenes toman conciencia de grupo, amplían la capacidad de concentración, utilizan los conocimientos impartidos para potenciar aptitudes y actitudes que ayudan a formar su personalidad, aprenden a asumir el propio cuerpo y a corregir las posturas incorrectas, aumentan su capacidad expresiva, y desarrollan los rudimentos de la técnica respiratoria para mejorar la expresión oral y poder detectar problemas de disfonías, así como trabajar para una correcta vocalización y conseguir que la voz suene con matices y bien modulada.
La metodología desarrollada por Mercedes Asenjo es progresiva y comienza con diversas técnicas de animación de grupo y ejercicios de contacto físico con el fin de perder inhibiciones y eliminar barreras. De esta forma se consigue una corriente de energía positiva que favorece el trabajo. Se proponen ejercicios colectivos y de parejas, procurando que sus componentes varíen continuamente con el fin de evitar núcleos cerrados y que todos los alumnos se conozcan.

Ejercicios corporales

Los ejercicios de deshinibición y de expresión corporal son el siguiente paso a seguir. Para ello se da a los alumnos material de pantomina y danza además de los puramente expresivos, para que apliquen con total libertad todo lo que su imaginación les permita. Más adelante se introducen en el proceso las improvisaciones de texto y pantomina con elementos de danza puramente coreográficas, o simplemente improvisaciones corporales, para los cuales se emplean distintos estímulos como música, objetos o ritmos.
Por su parte, los textos, tanto teatrales como no teatrales, se utilizarán como motivo de improvisación y de trabajo para el montaje que se hace al final del curso. Se realiza también una labor coreográfica y textual a partir de ellos, y se trabaja asimismo con algunos escritos de teoría teatral para que los alumnos conozcan a los grandes maestros. El trabajo sensorial también forma parte de este esfuerzo apoyado por la música con el fin de potenciar la sensibilización y el despertar de los estímulos, de la memoria emotiva y del trabajo de la imaginación de los sentidos.