Los fármacos son responsables
de la mitad de las alergias

La automedicación tiene la culpa en la mayoría de los casos de reacciones excesivas ante algún medicamento

La mitad de las alergias en adultos, son culpa de los fármacos. Enrojecimiento y picor de la piel son los primeros síntomas y signos que deberían alertar sobre la existencia de una reacción adversa. Casi la mitad de todas las consultas de alergia en adultos tienen como protagonista a un paciente que ha tomado algún medicamento. Antibióticos, antiinflamatorios y sulfamidas son los más alergizantes, principalmente porque son los fármacos con los que los españoles nos automedicamos más frecuentemente.

   
  En el diagnóstico de las alergias a veces es necesario realizar un
test de provocación, que debe ser llevado a cabo por un especialista.
(Foto: EFE)
     

Madrid. Juan M. Barberá
Casi un 50% de todas las personas que acuden a la consulta del alergólogo padecen alguna reacción alérgica a algún medicamento. Los especialistas, como la doctora Consuelo Martínez Cócera, presidenta de la Sociedad Española de Alergia e Inmunología Clínica, no ocultan que "en la mayoría de las ocasiones la culpa de este hecho la tiene la automedicación".
Aunque varía según los países e incluso comunidades autónomas, porque el número de reacciones alérgicas es directamente proporcional a la frecuencia con la que se tomen determinados fármacos, en nuestro país los medicamentos más consumidos -y, por eso, los que producen más reacciones alérgicas- son los antibióticos betalactámicos de amplio espectro, utilizados para tratar infecciones respiratorias; los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) empleados sobre todo contra las enfermedades del aparato locomotor y reumáticas; y las sulfamidas, estos últimas más bien por sus componentes activos. Esta misma relación —"más alergia cuanto más fármacos se ingieren"— también delimita los grupos de afectados, por eso los adultos son quienes más lo padecen.

Reacción adversa

Como subraya la doctora Martínez Cócera, "es muy importante tener claro que no hay que automedicarse", no sólo porque en muchas ocasiones se crean situaciones de tolerancia al fármaco - el medicamento no hace efecto en un momento determinado -, o aparecen bacterias que resisten su acción, sino, desde un punto de vista estrictamente inmunológico, porque se pone el caldo de cultivo necesario para que aparezcan reacciones adversas a ese medicamento".
"Por sistema, sólo hay que tomar fármacos cuando sea estrictamente necesario, siempre bajo supervisión médica y durante el tiempo justo y a las dosis recomendadas". Ahora mismo, se estima que entre un 8 a 10 % de la población española está diagnosticada de reacción adversa, consecuente al consumo de algún fármaco, "pero eso no significa, dice la presidenta de SEAIC, que en el elevado porcentaje de consultas que se producen por esta razón se confirme la causa alérgica. De hecho, existen diversos tipos de reacciones adversas a fármacos, en unos casos esperables -dado que contienen principios activos- y en otras inesperadas, como en el de las respuestas de intolerancia a un determinado compuesto".
Además de esto están los problemas de caducidad; o lo que es lo mismo, que aparezca alguna reacción inmunológica por consumir o ponerse un compuesto farmacológico caducado. Esta es otra de las razones de por qué los expertos recomiendan deshacerse del frasco, tubo o botella del medicamento, una vez que se ha cumplido la pauta posológica indicada por el médico. Dicha actitud, además, ahuyenta la tentación de volver a utilizar el fármaco cuando se padezcan síntomas similares a los que obligaron a acudir al médico la primera vez.

Sustancias inocuas

En todo caso, la reacción alérgica se produce como consecuencia de una respuesta desproporcionada del organismo frente a sustancias que normalmente son inocuas. Entonces, el sistema inmunitario produce unos anticuerpos —inmunoglobulinas g específicas (IgE)— que empiezan a liberar histamina. Este neurotransmisor es, finalmente, el responsable del proceso inflamatorio y de los síntomas alérgicos generales, aunque también están involucrados en el proceso otras moléculas como las citoquinas y los leucotrienos. En la reacción de intolerancia a fármacos, sin embargo, no interviene ningún mecanismo inmunológico, sino que se debe a alguna alteración metabólica, posiblemente determinada genéticamente, aunque no es seguro que así sea.
Lo que cada vez parece más probable es que la carga genética de las reacciones alérgicas en general -incluída la susceptibilidad a padecer un proceso de este tipo que ya ha sido comprobada y se denomina "atopia"- tiene cada vez más peso en la aparición de estas patologías.
Tanto las rinoconjuntivitis, como la rinitis aislada o la urticaria, que son sus principales manifestaciones clínicas -aparte del asma-, pueden tener un gran sustrato genético. De hecho, ya se han encontrado algunos cromosomas alterados en individuos que son alérgicos a la procesionaria y al olivo, por lo que en el futuro podría intentarse curar estas enfermedades para siempre con terapia génica.
Finalmente, como recuerda la doctora Martínez Cócera, "ante una sospecha de alergia a medicamentos se debe consultar inmediatamente al médico y presentarse con él o los fármacos que se han utilizado, para que pueda valorar bien el caso y realizar el diagnóstico"..

Primeros síntomas

Urticaria local o generalizada, enrojecimiento y picor de la piel son los primeros síntomas y signos que deberían alertar sobre la existencia de una reacción no deseada del fármaco. Siempre, además, antes de tomar nada y aunque lo haya recetado el médico, conviene leer el prospecto, porque en él los fabricantes ya advierten si se puede producir alguna reacción alérgica, de qué tipo y gravedad y, dependiendo de ello, si se debe suspender el tratamiento.
Y aunque uno no se automedique, debe estar concienciado de que los fármacos hacen efecto, porque tienen alguna reacción adversa; y, si es grave, el mejor tratamiento es dejar de tomarlo.
En cuanto al diagnóstico, aparte del interrogatorio -anamnesis- para completar la historia clínica, en ciertas ocasiones puede ser necesario realizar un test de provocación; es decir, el especialista administra pequeñas cantidades del fármaco o fármacos sospechosos de haber desencadenado la reacción anómala. "Estas pruebas deben ser realizadas por un alergólogo", reclama la presidenta de la SEAIC, "porque se pueden dar reacciones de anafilaxia —rechazo brutal de la sustancia— que es necesario atajar de inmediato, y para ello sería muy importante contar con especialistas, tanto en los centros de salud como en los ambulatorios de especialidades. Situación que ahora mismo no se da, y deja a la alergología como especialidad prácticamente hospitalaria".