Zurbarán y
el Nuevo Mundo

El Museo Municipal de Madrid exhibe 30 obras realizadas por el pintor para clientes americanos

Con el título "Zurbarán y su obrador. Pinturas para el Nuevo Mundo", el Museo Municipal de Madrid (antiguo Hospicio) ofrece una exposición que pone de relieve la importancia que en el siglo XVII tuvieron las series de pinturas de Zurbarán, y que plasma el tipo de encargó que demandó la clientela americana de la época.

Madrid. Pilar Bravo
La muestra, que exhibe un total de 30 lienzos, viene a sumarse a las ya realizadas para conmemorar el IV centenario del nacimiento del pintor extremeño. Las obras reunidas son poco conocidas, y aportan una visión diametralmente opuesta a la más divulgada y sobria del pintor monacal. Los trabajos expuestos revelan otros enfoques, más festivos, y profanos, que tomaron cuerpo en unos personajes como los Césares romanos a caballo, empapados de color, los ángeles que se nos muestran a medio camino entre la divinidad y la normalidad de lo humano, los mártires, los personajes de la Biblia, o los fundadores de órdenes religiosas que se encargaron de divulgar la fe cristiana en el Nuevo Mundo. Fue precisamente la demanda que generó esa clientela americana, la que llevó a Zurbarán a dar expresión plástica a una galería de personajes, que distan mucho de los santos y vírgenes que plasmó de forma estática y empapados de una luz desnuda y fría.
La mirada serena de Zurbarán, la sobria gama cromática que utilizó, y el equilibrio en las composiciones y en la distribución de los volúmenes, son aspectos definitivos en una obra que expresó además planteamientos emocionales muy profundos. Una obra que tuvo una definición distinta en el caso de los cuadros pintados en su obrador sevillano, desde 1635 hasta 1655. Por aquellos años, Francisco de Zurbarán, ayudado por los mejores oficiales de pintura de Sevilla, afrontó la demanda de su clientela americana, esencialmente monástica, y muy preocupada por la evangelización. De este taller salieron trabajos de temas muy diversos, que fueron pintados tanto por el maestro como por sus colaboradores, que se canalizaron hacia América, y que en definitiva se concibieron para difundir la estética y los símbolos del barroco español, y muy especialmente para propagar la fe. La huella de este taller fue fundamental en la pintura de México, Perú, Bolivia,...o las Antillas, al tiempo que el propio Zurbarán se convirtió en el padre de la pintura americana de los siglos XVII y XVIII. La iconografía de las series que se ejecutaron en este obrador sevillano fue muy variada. Uno de los temas más destacados fue el dedicado a los santos fundadores de las órdenes religiosas (como San Basilio, San Jerónimo, San Elías, ..o San Benito), Los cuadros que los representan son de una gran calidad y de formatos muy similares, destacando especialmente la serie realizada para el Convento de las Monjas Capuchinas de Castellón de la Plana.

La serie del Apostolado

Otro de los temas más representativos desarrollados por el obrador del pintor fue la serie del Apostolado, demandada insistentemente por los clientes americanos y que normalmente estaba constituida por conjuntos de doce obras. El contrapunto a estas creaciones fueron los encargos profanos, que se plasmaron iconográficamente en los Hombres de la Fama, como los Infantes de Lara o los Césares romanos que aparecen a caballo. Son cuadros que plásticamente expresan unos criterios más coloristas y festivos, pues se destinaban a decorar los salones virreinales en el Nuevo Mundo.
Las vírgenes de cuerpo entero, o las santas mártires, tan del gusto del maestro, y caracterizadas por un tono muy intimista y delicado, constituyeron también un capítulo importante en la creación del taller de Zurbarán con destino al nuevo Mundo, al igual que los lienzos dedicados a las imágenes de arcángeles, y de ángeles, a los que se atribuían propiedades protectoras, por lo que se utilizaron para decorar las paredes de los monasterios y de los recintos hospitalarios. Entre estas creaciones, basadas en la representación de algunas estampas, destaca por su calidad la imagen del Arcángel San Miguel, del Banco Central Hispano, en la que la expresividad del Arcángel se suma a la imagen de una impactante espada de fuego.
El conjunto de obras expuestas, ha sido distribuido recreando la disposición que tuvieron en los conjuntos monásticos americanos. La muestra aporta en este sentido una idea del carácter didáctico y evangelizador que tuvieron algunas piezas, y el tono festivo y escenográfico con que fueron concebidas otras.

 

Dos de las obras realizadas por Zurbarán y recogidas en la muestra: "P. Bustos de Lara" (a la izquierda) y "San Diego de Alcalá".