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"El
cuento es minoritario porque es más refinado que la novela" |
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El
escritor leonés José María Merino publica nuevos títulos
y antologías de relatos |
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Dedicado exclusivamente a la literatura desde hace un tiempo, José María Merino está viviendo un momento especialmente fructífero. En los últimos meses, ha publicado un nuevo relato, Intramuros (Los Libros de la Candamia), dos antologías de cuentos -Cien años de cuentos (1898-1998) y Los mejores relatos españoles del siglo XX, ambas en Alfaguara- y la última parte de una trilogía dirigida al público infantil. | ||||||||||||||||||||||
Intramuros se inscribe en una colección de autores leoneses, de la que destaca la cuidada presentación. Como los títulos anteriores, el relato de Merino es una recreación de su propia infancia. "No es que ésta vaya a ser la característica de la colección -explica el autor-, el editor sólo nos pide que haya una referencia leonesa; pero a mí también se me despertó la idea del recuerdo de la infancia. Yo ya había escrito un libro, junto con Luis Mateo Díez y Antonio Gamoneda, con ese tema, y ahora, después de darle muchas vueltas, me apeteció profundizar en él". En Intramuros aparecen estrechamente unidas la memoria personal y la de la ciudad, hasta el punto de llegar a confundirse el personaje y la ciudad, lo que le da al libro un tono muy peculiar. Se trata, sin duda, como ha dicho Luis Mateo Díez, del libro más poemático de Merino. Pero ese tono le ha exigido a su autor una cuidada elaboración. "Yo creo que la autobiografía, sobre todo si se trata de temas candentes, como la familia, etc., hay que distanciarla. Por eso usé la segunda persona; en primera persona corres el riesgo de ser poco literario, y lo que tienes que hacer es algo literario. El resultado ha sido una cosa entre poemática y narrativa, algo inédito para mí, a base de pequeños capítulos que son como iluminaciones. En cada libro procuro buscar la voz y el tono adecuados, cada libro me exige afrontarlo de un modo distinto". Las dos antologías de cuentos que también ha preparado recientemente no son sino una nueva demostración del respeto que el cuento le merece a José María Merino. Por cierto que a Fernando Quiñones nunca le gustó el término cuento (decía que, así, entraban en el mismo saco los de Borges y los de Calleja) y reivindicaba el de relato. Merino no tiene problema con la palabra. "Yo defiendo el vocablo cuento por esa ambigüedad que, pese a todo, mantiene la sustancia: algo que interesa, que tiene vida y movimiento". En Cien años de cuentos están desde Unamuno y Valle-Inclán a Juan José Millás o Javier Marías. "En España, en todo el siglo XX, se han escrito muchos cuentos. Y antes, cuando no había radio ni televisión, el cuento ocupaba más lugar que ahora, aunque también los hubiera malos. Lo que ocurre es que, en los cincuenta y sesenta, con el boom sudamericano, se oscurece el cuento español. Es verdad que los autores sudamericanos son buenísimos, pero también son excepcionales. Los españoles, por su parte, tienen una calidad media muy estimable". Género minoritario Que el cuento siga siendo un género con escasa fortuna editorial o comercial no le extraña a José María Merino. "Es un género minoritario porque es más refinado que la novela. Le ocurre como a la poesía; el cuento es sintético, expresivo y requiere un cierto refinamiento por parte del lector. Al contrario, lo que prefiere el lector vulgar, el best seller, es algo largo con una intriga constante. Nunca habrá libros de cuentos que sean best sellers. Sin embargo, el cuento debe cumplir una función muy importante en el sistema educativo". Hemos tocado un asunto, la educación en la lectura, que a José María Merino, funcionario durante años en el Ministerio de Educación, le interesa especialmente. Acaba de publicar un artículo sobre el peligro de la imposición de lo que él llama novelas transversales, dicho de otra manera, políticamente correctas. "Sería una triste gracia -dice- que ahora que el sistema educativo ha descubierto la literatura pretenda instrumentalizarla al servicio de lo que no es literario. Tú puedes llegar a hablar de valores como la tolerancia o la ecología a través de los clásicos, pero no puedes pretender que las novelas hablen explícitamente de esos asuntos. Una cosa es la educación cívica y otra que la literatura esté al servicio de esos valores". "Lo fundamental -dice, a propósito del fomento de la lectura en las aulas- es el profesorado; yo he ido a muchos centros y llega un momento en que notas enseguida cuando hay un profesor al que le gusta la literatura y cuando se limita a ganarse la vida con su trabajo. El primer tipo no es el que predomina; hay más profesores enamorados del latín o de las matemáticas que de la literatura. Cuantitativamente, se lee más que antes, pero no sé si hay más lectores de calidad". Estimular a los más jóvenes No lejos de ese interés por el fomento de la lectura literaria están sus libros infantiles como el reciente Adiós al cuaderno de hojas blancas. "Me lo planteo como un ejercicio de animación a la lectura a los más jóvenes, un modo de jugar con lo fantástico, de decirles a esos lectores que el mundo de las palabras no tiene límites. Tuve la suerte de tener una idea que creo que es buena, pero a lo mejor no se me ocurre otra cosa que esté bien. El problema de los jovencísimos lectores es que son una clientela cautiva, que recibe todo lo que les damos". En fin, salta a la vista que ahora, como él mismo dice, el tiempo le cunde mucho. "Sigo mi viejo horario de funcionario, y tengo un momento de feliz producción. Y estoy en esa edad en que hay que aprovechar el tiempo". |
José María Merino ha recreado su propia infancia en el relato Intramuros. |
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